Joseba Egibar
Portavoz del PNV en el Parlamento de Gasteiz
El PNV cumple hoy 114 años y como cada 31 de julio desde que preside el GBB, Joseba Egibar tiene hoy una cita ineludible en Mutriku. Desde la noche del franquismo, el día de San Ignacio los jeltzales mutrikuarras celebran el aniversario de la fundación de su partido. Allí repasará Egibar lo que considera que son las claves del actual momento político. Con anterioridad responde a las preguntas de GARA para hablar del pasado reciente –la pérdida de Ajuria Enea– y las apuestas de futuro.
Joseba Egibar señala que los ejes de su discurso de hoy en Mutriku serán «herria», «hizkuntza», «bizitza bizian» y «etorkizuna». «Pueblo -explica-, porque hoy más que nunca es necesario constatar la existencia de un pueblo con derecho a la libre determinación. La lengua propia como rasgo de identidad. Apuesta por la vida del pueblo y por la vida de las personas, siendo exigentes en el nivel ético en la defensa de los derechos humanos. Y la apuesta por el futuro es una apuesta por las gentes de este país, por su tejido productivo, para ser competitivos en la salida de la crisis, reivindicando la pertenencia a una misma comunidad donde la justicia social y la solidaridad sean elementos que identifiquen el país».
ETA acaba de atentar dos días seguidos...
ETA vuelve a recurrir a la violencia y al terror para intentar demostrar su «fuerza mortífera». Todo apunta a que es el inicio de una nueva ofensiva pero lo único que consigue es hundirse todavía más, si cabe, en el abismo del descrédito. Porque el que no respeta el derecho a la vida queda inhabilitado y no tiene ninguna credibilidad para reivindicar ningún otro derecho.
¿Habrá referencias a la pérdida del Gobierno de Lakua?
Eso es circunstancial. La pérdida se ha producido por haber hecho una apuesta inequívoca a favor de la existencia de este pueblo y del derecho a decidir. Las fuerzas constitucionalistas han reaccionado con una perspectiva de Estado porque quieren impedir que eso sea la columna vertebral de las instituciones. Por las ilegalizaciones y la división del nacionalismo, ellos han sumado una mayoría en el Parlamento que no se corresponde con la mayoría social en el país. Eso obliga a una reflexión al conjunto del nacionalismo. Y esa respuesta de PSOE y PP seguirá así mientras el PNV -que es a quien están midiendo en el ámbito institucional- mantenga la línea de la última década, la personalizada por Ibarretxe.
Circunstancial ¿por cuanto tiempo? ¿Prevén una legislatura corta o que PSE y PP han llegado para quedarse?
Han llegado para quedarse pero la llave la tiene el PNV. Si el PNV abdica de lo que ha hecho en los últimos diez años, el PSE podría coincidir en ámbitos de gestión con el PNV. Pero para ello resulta imprescindible que el PNV renuncie a vías para la resolución del conflicto político, es decir, el reconocimiento de la existencia del pueblo vaso y el derecho a decidir. Y nosotros, aun atendiendo a cuestiones como la crisis que son prioritarias en el día a día, seguimos con esa agenda.
En ese esquema, ¿cómo encaja la oferta de pacto hecha precisamente a quienes les han echado de Ajuria Enea?
Con la crisis y la caída de recaudación hay que demostrar que en esos temas no sólo hemos sabido hacer bien las cosas, sino que desde la oposición vamos a seguir proponiendo iniciativas. Ahí puede haber colaboración, pero sin perder la autopista principal que es la plasmación del derecho a decidir.
En el acuerdo que el PNV ofreció al PSE nada más producirse las elecciones esa autopista quedaba orillada ¿no?
No. Una cosa es que nosotros pretendamos resolver el conflicto político. A eso nos han dado repetida respuesta Zapatero y también el PP diciendo «por ahí no pasamos». El Estado hace una medición de con qué fuerzas se enfrenta y nosotros podemos decir que hay una mayoría política y social que apuesta por el derecho a decidir, pero tan verdad como eso es que el nacionalismo se presenta absolutamente dividido. Hay obstáculos que impiden esa unidad y mientras tanto el Estado siempre va a estar en una posición preeminente. Al Estado tú le obligarás a que se siente a negociar una solución de fondo cuando tengamos una mayoría democrática y política en torno a una serie de principios.
El Estado repite el no: no al nuevo Estatuto Político, no a la Ley de Consulta, Parlamento trampeado... ¿Cuándo va a dar el PNV un puñetazo encima de la mesa?
Para dar una puñetazo encima de la mesa necesitas demostrar esa fuerza. Parlamentariamente, tuvimos unos apoyos puntuales de la izquierda abertzale que no creían en el trayecto que nosotros estábamos diseñando e incluso lo combatía. De eso también toma nota el Estado, que ve que se saca algo en el Parlamento pero esa mayoría está fragmentada y enfrentada. El puñetazo llegará cuando la mayoría social y política del país se exprese únicamente por vías democráticas en torno a unos mínimos. Ése es el punto de inflexión.
Que la respuesta a la anulación de la Ley de Consulta fuera la que fue, no será culpa de la izquierda abertzale...
No. La respuesta fue la que fue, la que determinados partidos decidimos y exteriorizamos de forma bastante correcta y que ha dejado su poso.
El lehendakari Ibarretxe había propuesto una oleada de denuncias, de resistencia...
Bueno... ya se han hecho. Los factores a valorar son los que son. Pero lo mismo que el año 98 supone un antes y un después en la política vasca y en la del Estado, la aprobación del nuevo Estatuto Político y de la Ley de Consulta también son hitos que definen un camino.
¿Qué valoración hacen de la ronda del PNV con partidos?
Me ha llamado la atención la posición del PSOE, que ha ido muy a la defensiva, diciendo que el liderazgo es suyo. Esto no es una disputa de liderazgo, el liderazgo se tiene o no se tiene. El PP tiene su propia idea de por dónde tiene que ir la fiscalidad, que no es por subir impuestos, aunque creo que reconoce que, a diferencia de España, aquí hay un modelo equilibrado con una apuesta por la industria. Y el resto de partidos han dicho que el PNV concrete más. Agosto está para trabajar y, si hay que hacer otra ronda, ya se concretará más. Y por lo que respecta al PNV, hemos demostrado tener iniciativa y no tener miedo a poner negro sobre blanco todas las propuestas.
¿Por qué no se ha invitado a la izquierda abertzale?
Ya tienen su propia idea de lo que tiene que ser la relación con el PNV. No creo que hayan echado en falta una invitación.
¿Habrá un acuerdo presupuestario?
Nos gustaría que hubiera un consenso suficiente sobre las líneas maestras. Vamos a intentarlo. El PSE parte de la tranquilidad de que tiene un acuerdo con el PP. El PP ya ha dicho que tampoco está dispuesto a votar cualquier cosa. Tendríamos que intentar que por lo menos lo que sea endeudamiento institucional estuviera bien medido.
Antes pactaban los presupuestos generales del Estado con una formula de «no agresión»: yo te dejo hacer en Madrid y tu a mí en la CAV. ¿Y ahora?
No tenemos Lakua ni después del acuerdo de financiación somos determinantes en el Congreso. Pero la política da muchas vueltas, veremos qué cuadro de necesidades tiene Zapatero y qué panel tenemos nosotros.
¿Ha encontrado el PNV la fórmula para hacer oposición en el Parlamento?
No es difícil hacer oposición cuando tienes un Gobierno que ni siquiera tiene programa de gobierno. Dice que se ciñe al electoral, pero el programa electoral es una cosa y la acción de gobierno es otra. Y éste no tiene una acción de gobierno, no sé si porque le marca el PP, porque quiere jugar a todas las bandas, porque no tiene capacidad o por una suma de todo ello. Es un Gobierno débil, que no tiene una posición política salvo la del gran paraguas que se define, por un lado, por el concepto de ciudadanía para sustituir desde el mismo juramento al de pueblo. Otra línea es lo que llaman la «deslegitimación de la violencia» -que tiene un problema claro de definición, ¿hay algo legítimo que deslegitimar?- que no sabemos hasta dónde puede llegar porque, si lo que se pretende es combatir todo aquello que presuntamente está en el ideario de la izquierda abertzale, estás arremetiendo ya contra cuestiones muy sensibles y contra personas. La tercera gran línea es la de invocar el consenso y el acuerdo. Así no es difícil hacer oposición. Lo que nosotros vamos a hacer, ante un Gobierno inactivo, es pasar a la fase de propuestas. Y quizá, como en Madrid, para no perder votaciones apoyen las propuestas.
¿Qué ha supuesto la marcha de Juan José Ibarretxe?
Ibarretxe ha hecho un camino y se ha constituido en objetivo del Estado. Saben que, aunque esté fuera de la primera línea política, su trayectoria ha dejado mucho poso y creo que el relevo o como se le quiera denominar exige un punto y seguido. Los protagonistas serán otros pero Ibarretxe puede decir que ha llegado a esta meta volante con fuerza, con cinco diputados y 81.000 votos de diferencia con respecto al PSE. ¿Ha podido dejar en cierta orfandad a parte del electorado? Pues es posible, pero eso no es determinantes.
Ibarretxe ofrecía también al partido cierto equilibrio dentro de la bicefalia. Su discurso permitía que el partido pescara en un lado y el de Urkullu que pescara en otro. ¿Cómo se va a hacer ahora ese equilibrio entre las dos almas del PNV?
También se podrían buscar discursos diferentes en otros partidos. Lo que permite la bicefalia es que haya un ámbito político en el que el conjunto del partido diseña las políticas y aprueban las ponencias, e Ibarretxe llevaba esas ponencias al ámbito institucional. Es decir, el PNV no se limita a aprobar unas ponencias y a hacer un discurso en el Alderdi Eguna, sino que lo ha llevado a la plasmación institucional. En otros partidos una persona acumula todo el poder. En el PNV hay un reparto de funciones. Por otra parte, Ibarretxe ha sido y es un líder indiscutible. Y está ahí, en la sociedad, no se ha ido. Está aquí. Pero dice «yo he desarrollado un trayecto en el ámbito institucional». No él solo, sino el Parlamento, el tripartito, una conjunción de cosas... pero él ha protagonizado un periodo que exige un punto y seguido.
Ha hablado de relevo...
No de un relevo personal, sino de cómo se hace ese punto y seguido. Hay que ver que el PSOE y el PP tienen una estrategia de Estado que ya ha conseguido un primer paso, que es Lehendakaritza, y que pretende seguir desalojando al nacionalismo de las instituciones en las elecciones municipales y forales. Hay que dar una respuesta a eso y podemos articular una estrategia electoral, pero además, al nacionalismo le toca, y al PNV en concreto, liderar ese punto y seguido. Porque si los elementos de paz y normalización política van a quedar sujetos a la agenda de un tercero, bien sea el Gobierno español o ETA activando un proceso después de no sé cuántas ekintzas, nuevamente la clase política y el PNV quedarían absolutamente desplazados, relegados. No es cuestión de protagonismo, sino de darle un punto y seguido a ese cauce que se ha ido trabajando durante tantos años. ¿Eso obliga a una reflexión y a una autocrítica? Bien, los ejercicios que haya que hacer, se hacen; pero para tomar iniciativas. En esa fase creo que nos encontraremos algunos partidos y no sé si sólo del ámbito nacionalista. Pero desde luego sí veo en esa dirección al PNV y a Aralar.
¿Y a Hamaikabat?
También participan, y EA hasta el último tramo, mientras estaba en el tripartito, también participaba. EB ha dicho cosas parecidas. También Alternativa.
¿La intención del PNV es buscar algún acuerdo o alianza de tipo estratégico?
En política hay que distinguir entre lo urgente y lo importante. Lo urgente ahora puede ser buscar consensos de estabilidad presupuestaria y para salir de la crisis económica. Pero en clave política es importante establecer las bases concretas sobre pacificación y normalización y no sólo enunciarlas sino darles un desarrollo con acciones. No buscando procesos artificiales de sumar y montar no sé qué foro o polo. Serán políticas institucionales pero sobre todo tienen que ser sociales. Si alguna lección tenemos que extraer de la década pasada es que determinados proyectos son factibles en el ámbito institucional pero para superar los obstáculos deben ir precedidos de fases de activación social que empujen en una determinada dirección. No se puede construir la estrategia desde el punto de llegada.
Antes se ha escapado de la pregunta. ¿Tiene el PNV pensado el relevo de Ibarretxe?
Las personas ya están. Será del PNV. Lo que hay que decidir es, llegado el momento, quién puede representar de la mejor manera el proyecto del PNV. El candidato o candidata tiene que ser una prolongación del proyecto, y no al revés. La persona tiene que creer en el proyecto. Ibarretxe es un ejemplo. Ése es el perfil y no hay urgencia.