martes, 25 de mayo de 2010

Razones por las que la economía vasca está mejor que la española

La semana pasada, el consejero de Economía del Gobierno López, Carlos Aguirre, pronunció una conferencia en Bilbao en la que insistió en su idea de que la economía vasca se halla ante un “cambio de ciclo” hacia su “recuperación”. Aguirre citó tres factores como las causas por las que nuestra economía está en una “senda ascendente”, según la calificó un par de días después.


1.Primer elemento, una “estructura sectorial bastante compensada”, sin los “desequilibrios de otras zonas vinculados al sector de la construcción inmobiliaria”.


En el contexto de las crisis del petróleo de los últimos setenta y primeros ochenta, Euskadi sufrió un severo proceso de reconversión industrial, no en vano aquella coyuntura golpeó de lleno a nuestros principales sectores industriales –siderurgia, construcción naval, etc.-, lo que entre otras cosas provocó la pérdida de decenas de miles de puestos de trabajo.



¿Qué hicieron las instituciones vascas ante aquella situación? Optaron, hubo una opción no sólo política, pero también política, por seguir haciendo lo que mejor sabíamos –y sabemos- hacer, aunque de otra forma. Y así la industria vasca se adentró en un costoso, esforzado y, a juzgar por los resultados, exitoso proceso de modernización, diversificación e internacionalización.



Resultado veinte-treinta años después: con la provisionalidad a que nos obligan los primeros datos estadísticos referentes al pasado ejercicio, en 2009 la industria vasca ha representado el 26% de nuestro PIB, frente a una media europea del 18%, mientras la española se limita al 15%. Es sabido que nuestras exportaciones corresponden casi en exclusiva a nuestra industria, así, y como contrapartida a la brutal caída de la demanda interna, en 2009 ha sido el sector exterior el que nos ha aportado en positivo. Es verdad, todo hay que decirlo, que como consecuencia de la recesión por la que también han pasado nuestros principales clientes nuestras exportaciones han bajado un 26,6% respecto a 2008 –mientras las importaciones lo hacían en un 38,9%-, lo que, unido al absoluto desplome del mercado español, ha hecho resentirse seriamente a nuestro sector industrial.



De todas formas, no hay más que intentar imaginarse cómo estaríamos ahora si no fuera por la probada competitividad de la industria vasca en mercados tan exigentes como Francia, Alemania, o, en menor medida, Estados Unidos o el Reino Unido. Una industria que, según hizo público Eustat el mes pasado, en 2008 facturó fuera de Euskadi el 62% de su producción (33% en España y 29% en el resto del extranjero), mientras el otro 38% lo vendía dentro del país. Y una industria que, considerando el desplazamiento de los polos regionales de crecimiento, debe evidentemente continuar explorando nuevos mercados, con especial atención a las economías emergentes (en 2009, por ejemplo, ya han entrado a formar parte de los diez primeros países de destino de nuestras exportaciones lugares como Turquía o Singapur).



Resulta de justicia acordarse en este punto de los lehendakaris Garaikoetxea y Ardanza, de los García Egocheaga, Jon Azua, Javier Retegi, etc. Cabría recordar cómo se lamentaba Azua por la incomprensión casi generalizada que percibía ante la apuesta que desde el Gobierno Vasco del momento él mismo encabezaba (Porter, los cluster, etc.). Luego vendrían los industrialdeas, los parques tecnológicos, etc.



Otros prefirieron apostar por la cultura del pelotazo y por fiarlo casi todo al ladrillo, el sol y la playa. Eran los tiempos en los que el ministro español de Industria afirmaba que “la mejor política industrial es la que no existe” (Claudio Aranzadi, PSOE), o en los que su compañero en el Ministerio de Economía manifestaba a quien le quisiera oír que “España es el país del mundo en el que más dinero se gana en menos tiempo” (Carlos Solchaga, PSOE).



Y el PP, en la época de Aznar, continuó con esa filosofía, porque esas burbujas que han estallado ahora han estado hinchándose durante años. Hoy resulta aleccionador evocar cómo el presidente de la FAES llamaba la atención a la todopoderosa Alemania por haberse excedido en su déficit público, y Schröeder le tenía que poner en su sitio recordándole que el 1% del PIB español lo pagaba él en forma de fondos europeos. El mismo Aznar que unos años antes había llamado “pedigüeño” a Felipe González por pelearse en Bruselas por esos mismos fondos.



2.Segundo factor vasco que, según Aguirre, nos está sacando de la crisis: nuestra tasa de paro, que afecta al 10% de la población activa y que se halla justo en las medias europeas, o que, en palabras del consejero, es “la mitad que la media española”, y añadamos que la última de entre las Comunidades Autónomas según la EPA del primer trimestre de este año.


Un dato que no es ningún consuelo, y menos cuando en Euskadi venimos de tasas de paro técnico o cuasi pleno empleo, y ahora nos encontramos con el 25% de la población activa entre 16 y 24 años en paro, o con que en Araba hemos superado claramente la barrera del 10% en tasa de desempleo, en concreto 11,2% según la PRA del primer trimestre de 2010.



Hay que resaltar que, en todo caso, nuestro ratio europeo de desempleo es consecuencia directa de esa “estructura sectorial compensada” que dice Aguirre, o, por ser más precisos, del modelo de crecimiento equilibrado, de la economía estructuralmente sana que tiene Euskadi. Es decir, esto es también consecuencia directa de esa apuesta no sólo política, pero también política, que en su día se hizo en este país. La otra cara de la moneda.



Porque, continuando con el parámetro de comparación elegido por el consejero, ¿dónde se le ha disparado el paro a España hasta el 20%? Fundamental, masivamente en el sector de la construcción. Y si a partir de ahora se confirma efectivamente una reactivación de la actividad, ¿qué sector es susceptible en Euskadi de recuperar empleo? La industria. ¿Y en España? Dicen que quieren cambiar su modelo productivo por ley, cuando, como hemos visto en nuestro caso, éstos son procesos a 15-20 años vista.





3.Tercer y último elemento endógeno, propiamente nuestro, sobre el que el consejero de López fundamenta el “cambio de ciclo” o la “recuperación” de la economía vasca: el hecho de disponer de unas “cuentas públicas saneadas”, que a fecha de hoy ha permitido conservar “unas calificaciones crediticias que pocos tienen en Europa” y “una posición lo suficientemente solvente como para acudir a los mercados de capitales con unas ciertas garantías desde los puntos de vista de colocación y coste”.


Y esto lo dice quien ha acusado al anterior Gobierno de haberle dejado un “agujero descomunal”, un “pastelón”, y que hace no mucho decía tener la “caja vacía”.



Y aquí hay que acordarse del Lehendakari Ibarretxe, o de la Vicelehendakari Idoia Zenarruzabeitia. Es cierto que, exceptuando al primer Ibarretxe consejero de Economía –a quien le tocó lidiar con los últimos coletazos de la crisis del 92-93-, la mayor parte de sus mandatos han tenido lugar en un ciclo económico alcista y, por tanto, de buenas recaudaciones fiscales.



Pero no es menos cierto que optaron y supieron aprovecharlo, porque aquí también hubo una opción política –callada, ingrata, y la mayor parte de las ocasiones muy poco reconocida-, y dejaron la casa limpia de polvo y paja, o, como dice Aguirre apuntándose tantos que no son suyos, “saneada”, “solvente”, “que pocos tienen en Europa”.



Por el contrario, los del cambio ya han empezado a aplicar, aquí también, lo que sin temor a errar podríamos denominar como modelo socialista de gestión -basta ver cómo andan las cosas en los ayuntamientos vascos regidos por los socialistas-.



Éste que sigue es el esquema mental a partir del que se define, y son palabras de López en el Parlamento ante una interpelación acerca del rating de Standard&Poor´s que le hizo el PNV allá por el mes de diciembre –porque ya entonces se veía venir lo que luego ha pasado, que Standard nos ha rebajado la calificación financiera-: “Esto se ha hecho bien”, reconoce López, y como se ha hecho bien deduce que “tenemos margen”. Conclusión: “Aguirre, dale a la manivela”, y venga, a tirar de endeudamiento, talmente como un clon de Zapatero.



Más de 1.600 millones de euros de nueva deuda en un año, o lo que es lo mismo 2,5 puntos de nuestro PIB –por encima del 2% de media de las Comunidades Autónomas-. Endeudamiento del Gobierno multiplicado por cinco en un solo año, y, lo que es peor, por los planes que han anunciado, en ésas piensan seguir, hasta los más de 8.200 millones de euros de deuda que han previsto para el año 2013. En otras palabras, si ocurre esto en 2013 cada contribuyente vasco –aproximadamente un millón- tendrá contratado un crédito con el Gobierno por valor de más de 8.200 €, porque esa deuda hay que pagarla, y el dinero para hacerlo sale de nuestros bolsillos. Ésta es la gestión de López.



Mientras Zapatero se ha visto obligado a renunciar a su “salida de izquierda” a la crisis y alega “razones ideológicas” para justificar la imposibilidad de pactar nada con el otro gran partido español, en Euskadi, unen fuerzas dejando a un lado las “razones ideológicas” que tanto les separan en España (¿por qué aquí es diferente?) porque hay una razón de Estado superior: diluir el hecho diferencial vasco.



Lo realizado durante las últimas décadas –gracias al trabajo de los vascos y las vascas y a una buena gestión- nos sitúa en una situación económica mucho mejor que la del Estado. Una situación equiparable a la media europea que, a los del cambio, les permite vivir de las rentas.



La actual coyuntura vasca no habría sido posible sin el autogobierno que tanto nos costó conseguir. Y el hecho grave es que la estrategia de Estado impulsada por el Partido Socialista y el Partido Popular empieza a causar destrozos en ese autogobierno porque una parte importante del intento de homogeneización con España que promueven pasa por recortar los derechos que nos asisten a los vascos y, por supuesto, por no permitir que nuestro autogobierno se amplíe y, mucho menos, reconocer nuestro derecho a decidir también en políticas públicas, económicas…–algo que nos permitiría elegir con total libertad si queremos seguir atados a las decisiones que tome un Estado que ha demostrado tener un modelo productivo totalmente desequilibrado u optar por tomar nuestras propias medidas dentro de la Unión Europea-.

Arantzazu, 21 de mayo de 2010