lunes, 29 de noviembre de 2010

HISTORIAS PARALELAS DE ARGENTINA Y EUSKADI (I)

En mis viajes durante veinticinco años a diversos países de América he sido entrevistado en muchos de sus medios de comunicación. No recuerdo ni una sola entrevista en que no se me haya planteado el tema de las relaciones políticas con el Gobierno de Madrid, como si los vascos fuéramos un verdadero problema. No puedo ocultar que la reiteración de las preguntas me ha resultado aburrida en más de una oportunidad. Y confieso que he sentido tentaciones de recurrir a respuestas políticamente poco correctas.
Hoy, libre de las responsabilidades políticas, pienso que las historias comparadas son una buena metodología de profundizar en el conocimiento de la Historia, en general, y de las historias de los países, en particular. Frecuentemente las historias de las reivindicaciones políticas vascas coinciden en el tiempo con las de otros países. Por lo que me cuesta entender, incluso hoy, la intencionalidad de algunas preguntas de aquellas entrevistas. Una muy simple sería por qué la idea inicial de Sabino Arana fue la independencia de España. Pregunta que se me hacía sin pensar que la respuesta “a la gallega” (¡perdón!) hubiera podido ser “por qué otros países se plantearon lo mismo ochenta años antes.
Si nos situamos en esta primera década del siglo XIX, desde las latitudes latinoamericanas se comprenderán más fácilmente los comentarios críticos de los nacionalistas vascos respecto a la Constitución Española de 1812. Se trata de la primera constitución española que rompe con la concepción absolutista del poder monárquico e intenta uniformizar el modelo de estado español anulando las especificidades particulares: en su artículo 1, define que “La Nación española es la reunión de todos los españoles de ambos hemisferios”, y en el 10, para que no hubiera dudas, describe qué territorios conforman el territorio de las Españas:.”El territorio español comprende en la Península con sus posesiones e islas adyacentes: Aragón, Asturias, Castilla la Vieja, Castilla la Nueva, Cataluña, Córdoba, Extremadura, Galicia, Granada, Jaén, León, Molina, Murcia, Navarra, Provincias Vascongadas, Sevilla y Valencia, las islas Baleares y las Canarias con las demás posesiones de África. En la América septentrional: Nueva España con la Nueva-Galicia y península de Yucatán, Guatemala, provincias internas de Oriente, provincias internas de Occidente, isla de Cuba con las dos Floridas, la parte española de la isla de Santo Domingo y la isla de Puerto Rico con las demás adyacentes a éstas y al continente en uno y otro mar. En la América meridional, la Nueva Granada, Venezuela, el Perú, Chile, provincias del Río de la Plata, y todas las islas adyacentes en el mar Pacífico y en el Atlántico. En el Asia, las islas Filipinas, y las que dependen de su gobierno”.
Después de 200 años de historia quizás pueda sonar a anacrónico que las aspiraciones de independencia de la ciudadanía latinoamericana de primeros del XIX fueran las mismas y, en algunos aspectos, por las mismas razones, que las que defendía Sabino Arana cuando promueve el nacionalismo vasco.
Pero lo importante no es la historia pasada, sino nuestra capacidad de plantear a futuro un nuevo mundo mejor.

J.L.Bilbao