lunes, 26 de abril de 2010

A 73 AÑOS, CON EL CORAZÓN EN GERNIKA

26 de abril de 1937, tras cuatro horas de bombardeo y metralla, cae piadosa la noche sobre Gernika que arde como una antorcha. La vieja Villa Sagrada de los vascos, cuna de sus leyes y libertades ha sido borrada del mapa por la aviación de Hitler y Mussolini al servicio de Franco. El veinticinco por ciento de los habitantes de Gernika han sido masacrados y los restos mutilados de seres humanos y de animales se entremezclan y confunden entre los escombros. Pero el Roble y el Alma permanecen incólumes.

El preludio fue en Durango, Otxandiano y Elgeta, como Gernika, poblaciones abiertas y sin valor estratégico alguno, barridas también por la misma furia asesina con el único objeto de sembrar el terror, de amedrentar y de probar el armamento. Pero el Roble y el Alma permanecen incólumes.

Gernika, como Durango, Otxandiano y Elgeta, era una bucólica villa pastoril pero también un símbolo, una bandera, la cuna de la ley vieja, de la hidalguía de los vascos, fundada en la igual dignidad humana de quienes por compartir una lengua, una cultura y un territorio constituyen un Pueblo. De ahí que el general Mola dijera: “Es preciso destruir la capital de un pueblo pervertido que osa oponerse a la causa irresistible de la idea nacional”. Pero el Roble y el Alma permanecen incólumes.

A 73 años vivimos días aciagos, se promete cumplir el cargo de lehendakari con “ lealtad a la corona “ que es legado de Franco, se suprime del juramento tradicional la referencia al Pueblo, sustituyendo el concepto por la referencia al ciudadano, se omite celebrar el Aberri Eguna, se cierran ilegalmente publicaciones en euskera, se ilegalizan partidos políticos, se perfeccionan pactos inicuos. Pero el Roble y el Alma permanecen incólumes.

Y, con la ayuda de Dios, prevalecerán.


Xabier Olaizola