domingo, 29 de noviembre de 2009

El legado de Sabino Arana

Sabino, el "inventor"
Luis de Guezala - Sábado, 28 de Noviembre de 2009 -

Ciento seis años después de la muerte de Sabino Arana Goiri, un 25 de noviembre de 1903, es mucho lo que se ha escrito sobre él. El capítulo de sus inventos es uno de los que han salido peor parados en relación con la realidad. Tanto en lo referente a lo que realmente inventó, que en muchos casos no se conoce bien, como en lo relativo a muchas cosas que se le atribuyen sin ser suyas. En las siguientes líneas se pretende describir lo que fue fruto de su imaginación y lo que no.

La ikurriña

Sabino Arana dedicó sus primeros esfuerzos a dotar a la nación vasca de unos símbolos de los que carecía: una bandera, un himno y un nombre común para todos los territorios. Desde su concepción confederal del País Vasco, entendió que cada territorio histórico debía disponer de su propia bandera y que una bandera común a todos debía ser resultado de alguna forma de conjunción de todas ellas. También pensó que eran los habitantes de cada territorio quienes debían diseñar su propia enseña, por lo que él, junto a su hermano Luis, diseñaron la de Bizkaia. Procuraron trasladar a ella los contenidos ya existentes en el emblema vizcaino que hasta entonces existía, su escudo, una idea que hoy en día es fundamental en la moderna vexilología.

Surgió, así, la ikurriña como símbolo de Bizkaia con base en la interpretación que hicieron los hermanos Arana Goiri de su escudo: su fondo rojo es reflejo del fondo del escudo, que para Sabino Arana no debía ser de plata sino de gules, o sea rojo. El aspa de sinople (o verde) sería otro distintivo emanado del escudo de Bizkaia, en referencia al árbol y también a la cruz de San Andrés. Cruz relacionada con la lucha por la libertad de la Patria y a la legendaria batalla de Arrigorriaga o Padura de finales del siglo IX, entre vizcainos y castellanos, que según la tradición tuvo lugar un 30 de noviembre, festividad de San Andrés Apóstol, que fue martirizado sobre una cruz aspada. La cruz blanca, que en el escudo aparece tras el árbol, se superpone en la bandera al conjunto como representación de la superioridad trascendental sobre lo humano de lo divino.

Los primeros nacionalistas vascos comenzaron a utilizar esta bandera el 14 de julio de 1894, y el símbolo acabó identificándose con todo el nacionalismo y el País Vasco, sobrepasando la ikurriña las pretensiones iniciales de sus autores, llegando a ser el símbolo más universal y comúnmente aceptado de todos los vascos. Se podría llegar a considerar la ikurriña, por su aceptación, trascendencia y belleza, el mejor invento de Sabino Arana.

Euzkadi y su himno

La nación vasca carecía también de un nombre propio. A no ser que se considere que País Vasco, Pueblo Vasco o Euskal Herria lo son. Arana ideo el nombre de Euzkadi, como resultado de su trabajo filológico con el que quería expresar el concepto de País de los Euzkos. El término fue comúnmente aceptado por todos los nacionalistas vascos e incluso por los que no lo eran, llegando a ser el nombre oficial del primer Gobierno vasco, constituido en 1936, el de Gobierno provisional de Euzkadi, que fue además quien dio carácter oficial a la ikurriña como símbolo nacional.

La importancia de un nombre propio es vital para cualquier proyecto nacional y la pervivencia del nombre Euzkadi ha sufrido muchas dificultades desde entonces. El nacimiento de un autodenominado Movimiento de Liberación Nacional Vasco nucleado en torno a ETA (Euskadi ta Askatasuna) en la segunda mitad del siglo XX propició que sus miembros buscaran un factor de diferenciación escribiendo Euskadi con ese. Al finalizar el siglo, la identificación que muchos cargos públicos de la administración autonómica hicieron de la Comunidad Autónoma del País Vasco con Euskadi acabó facilitando que el MLNV adoptara en su lugar el nombre de Euskal Herria, aunque sin cambiar, curiosamente, las siglas de ETA por EHTA. Es destacable que la ikurriña ha experimentado un proceso paralelo al anterior en los últimos años, apareciendo en plano de igualdad con la bandera de Navarra en las comparecencias de esta organización.

El himno vasco o Euzko Abendaren Ereserkia fue tan sólo invento de Arana en lo concerniente a su letra, ya que su composición musical no fue adoptada hasta después de su muerte, cuando los dirigentes del Partido Nacionalista Vasco que había fundado encargaron al maestro Cleto de Zabala la adaptación de la letra a los acordes de la ezpata-dantza, declarando su composición Himno de la Patria Vasca-Euzko Abendaren Ereserkia, el 29 de abril de 1905.

El Partido Nacionalista Vasco

Euzko Alderdi Jeltzalea-Partido Nacionalista Vasco fue, sin duda, en el plano de la acción política, el principal invento de Sabino Arana. Comenzó en 1894 como una pequeña sociedad local, el Euzkeldun Batzokija, que nació a la vez que la ikurriña, el 14 de julio de este año, ya que la bandera fue izada por primera vez con motivo de la inauguración de sus locales en la calle Correo de Bilbao. Y un año más tarde, el 31 de julio de 1895, se dotó de una incipiente estructura a nivel de toda Bizkaia, organizándose el Bizkai Buru Batzar del EAJ-PNV, fecha que se suele señalar como la de la fundación de este partido. Su historia, a partir de entonces, sería cada vez más importante en la del propio país. Hasta el punto de que todavía hoy, más de un siglo después, es el partido político vasco más votado.

Los nombres de los vascos

Dentro de la labor filológica que Sabino Arana realizó, el menos reconocido de sus trabajos, posiblemente, destacó la realización de un santoral vasco, inventando según sus propios criterios una gran cantidad de nombres vascos. Estos adquirieron una gran popularidad a pesar, y quizás gracias también, a la oposición decidida a su reconocimiento por parte de la Iglesia católica y las administraciones estatales española y francesa. La batalla religiosa se ganó a principios del siglo XX, dado que la Iglesia católica no pudo hacer excepción en el caso vasco con la doctrina que sobre utilización de lenguas vernáculas sostenía de forma universal. Distinto fue el caso con la Administración española, ya que desde el triunfo de los sublevados contra la II República y la instauración de una dictadura, los nombres vascos quedaron prohibidos y sustituidos por otros españoles en todos los documentos oficiales, empezando por los registros, no llegando ni siquiera a respetarse las inscripciones en las tumbas.

Desde que dejaron de estar prohibidos, estos nombres inventados por Arana fueron recuperados por los que sobrevivieron a la dictadura y adoptados para muchos de los niños vascos que nacieron a partir de entonces, hasta el punto de que muchos de ellos están hoy en día entre los más utilizados, como Ander, Jon, Mikel, Ane, Aurkene o Iraide.



Lo que no "inventó"

Junto a todos los inventos anteriores, algunos no siempre justamente conocidos y reconocidos, se han atribuido al fundador del nacionalismo vasco otras cosas que realmente no le corresponden. Empezando por la más fea, la palabra maketo no fue una invención suya. Se usaba, popularmente, antes de que Arana llegara a ser conocido para referirse en Bizkaia a los que cada vez en mayor número llegaban a ella a finales del siglo XIX como consecuencia de su desarrollo industrial. Como los españoles se refieren a los franceses como gabachos, a los norteafricanos como moros o a los latinoamericanos como sudacas. En esto, Arana no inventó nada.

Sobre una triste polémica reciente, Arana no inventó la E que utilizó la Ertzaintza desde su creación hasta el advenimiento de Patxi López a la Lehendakaritza. La diseñó Javier de Gortazar para la cabecera del diario Euzkadi, que comenzó a publicarse el 1 de febrero de 1913, diez años después de la muerte de Arana. Y todavía tendrían que pasar más de dos décadas para que en 1936 comenzara a usarla la policía autónoma vasca. Esta muestra es sólo un botón de la continua utilización de Arana como origen de todos los males.

Tampoco inventó Sabino el euskera. Por increíble que parezca, se ha llegado a escribir y decir que Sabino Arana inventó el euskera para diferenciar de esta manera a los vascos de los españoles. El papel y las ondas lo aguantan todo, y si el lector, radioyente o televidente es ignorante de la materia, puede llegar a creérselo.

Arana tampoco inventó a los vascos. Esta acusación podría tener más fundamento que la filológica, ya que luchó por que el Pueblo vasco no desapareciera y para que se diera cuenta de que era una nación con derecho a seguir existiendo. Pero de creer lo que se escribe o dice en algunos ámbitos, incluso académicos, no existiría aquí ningún problema si Sabino Arana, un loco, no hubiera tenido la ocurrencia de que los vascos existimos. Por lo que sería el culpable de todos los males del siglo XX y de los que vendrán. Frente a esto cabría aclarar que cuando Arana nació, el Pueblo Vasco ya existía. Si de algo pudo ser culpable sería, en todo caso, de que exista todavía.