La diáspora, expresión de la nación vasca
En su visita a la capital de Idaho, Boise, Patxi López y su Ejecutivo han podido comprobar que muchos de sus prejuicios sobre la labor de anteriores gobiernos en las euskal etxeak eran falsos y que la identidad se mantiene por encima de las fronteras
Lunes, 2 de Agosto de 2010
Las delegaciones del Gobierno vasco y de la Diputación Foral de Bizkaia, encabezadas por Patxi López y José Luis Bilbao, respectivamente, concluyeron ayer su visita a la capital del Estado de Idaho, Boise, donde estos días se ha celebrado el Jaialdi que cada cinco años reúne a miles de vascos y vascas de la diáspora provenientes del continente americano, en especial, pero también de Asia y de Australia. El Jaialdi, rodeado de celebraciones que a este lado del océano podrían parecer folclóricas, se ha convertido en una demostración colectiva de las señas de identidad de unos vascos que se sienten miembros de un pueblo llamado Euskadi o Euskal Herria, e incluso un encuentro para enorgullecerse de unas raíces que, en la mayoría de los casos, se remontan a varias generaciones atrás. Algunos elementos que conservaron quienes llegaron a América para superar las difíciles condiciones de vida de la Euskadi de finales del XIX y principios del XX y sus descendientes representan hoy el nexo de unión de una comunidad que, tras años de esfuerzo, se ha convertido en un grupo de gran influencia en EE.UU. y Suramérica. Signos como la afición a la pelota, los bailes tradicionales, ciertos platos de la gastronomía y, en especial, el idioma, han sido los catalizadores de una identidad que no ha desaparecido, si bien ha tenido que transformarse en función de sus países de acogida. De ahí que, en contra de lo que ha ido pregonando el Gobierno de López de que terminaría con una supuesta "politización" de este colectivo, la realidad -que desconocía por completo hasta su visita- ha desmontado los prejuicios con los que ha mirado la tarea de las euskal etxeak y de numerosos colectivos y universidades. Comprender su realidad y potenciar su deseo de conocer y profundizar en sus raíces fue el único objetivo que anteriores gobiernos vascos desempeñaron allí. Amén de convertir a la pujante diáspora en una red de apoyo para los intereses vascos. Durante esta semana larga de estancia en Boise, López y la delegación de su Ejecutivo han firmado acuerdos y convenios de todo tipo y visitado organizaciones y empresas, pero sobre todo ha podido conocer de primera mano una realidad que él y su partido han mantenido olvidada y tergiversada. En su balance, y a lo largo de toda su visita, López ha destacado varias veces ante la diáspora la "suma de identidades" y las "mil formas diferentes de ser vascos", queriendo equiparar los evidentes signos de fervor de los amerikanuak por Euskadi y también por su país de acogida, EE.UU., con su intento de asimilación española de lo vasco. Convendría que López no intente manipular esos sentimientos arrimándolos a su ideario. En Boise habrá podido ver que personas que jamás han pisado Euskadi se sienten vascos -porque lo son- y mantienen sus raíces vascas y su idioma, el euskera, sin más connotaciones ni españolas ni de otro tipo. Es la expresión más reveladora de la existencia de un pueblo con identidad propia: de una nación.