Ibarretxe acusa a PSE y PP de desmontar la identidad vasca bajo el pretexto de la normalidad
Sitúa el "portazo" al Nuevo Estatuto Político como la antesala del pacto entre socialistas y "populares"
Bilbao. Nada mejor que el paso del tiempo para valorar en su justa medida los hechos pasados, arrojando una nueva luz sobre los mismos y clarificando buena parte de los mecanismos que hicieron que se desarrollaran como lo hicieron. Cosas de la perspectiva. Todo ello se puede aplicar a la fecha en la que el lehendakari Juan José Ibarretxe ocupó la tribuna de oradores en el Congreso de los Diputados para exponer su Propuesta de Reforma del Estatuto Político de la CAV. Un día que ha quedado para la Historia y alrededor del que pivotan sus diez años como jefe del Ejecutivo de Gasteiz. Más aún, en ese instante concreto está condensado su compromiso vital y político. Horas de intenso debate retransmitido por televisión y que finalizó al filo de la medianoche. Ocurrió el 1 de febrero de 2005. Hoy hace cinco años.
En un artículo que publica hoy DEIA con motivo de esta efeméride, Ibarretxe expresa dos certezas respecto a esa jornada en la que la Cámara baja rechazó una propuesta que llegó aprobada por el Parlamento Vasco. Primero, lo ambicioso de sus objetivos, ya que "perdimos una oportunidad para avanzar en lugar de retroceder, para aplicar el diálogo en lugar del portazo en la resolución del conflicto político vasco, para alumbrar en el siglo XXI un acuerdo de relación amable entre España y Euskadi, para además de soñar, resolver el problema de la violencia y construir la paz".
En segundo lugar, la razón principal detrás de ese No de las Cortes españolas: "la estrategia para ocupar juntos, PSOE+PP, las instituciones vascas valiéndose de la Ley de Partidos". Una vez consumado el relevo en el Gobierno vasco, el panorama no puede ser desalentador para el lehendakari. Así, afirma que donde el Nuevo Estatuto Político Vasco hablaba de "una nueva cultura política que reconociera las identidades vasca y española y de aprender a convivir entre ellas, hoy vemos cómo, so pretexto de normalidad, se está desmontando una de ellas, la vasca, en un proceso que pretende su asimilación por la cultura -más amplia- española".
Tal y como explica en su artículo, José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy escenificaron en 2005 "el único acuerdo que lograron en toda la legislatura, eso sí, para dar un portazo a la sociedad vasca". Una senda que ya enarboló Jaime Mayor Oreja en las elecciones autonómicas de 2001 cuando abogó por "perfeccionar la alternativa". Un lustro después, según Ibarretxe, "se ha perfeccionado la alternativa y tenemos, por fin, un gobierno del Partido Socialista+PP, eso sí, valiéndose de la beneficiosa Ley de Partidos, desplazando al PNV y a su candidato, ganadores, con el mejor resultado desde la escisión, de las elecciones vascas del año 2009".
vigente Lejos de haber quedado como un acontecimiento aislado, la propuesta de reforma estatutaria ha seguido viva durante estos cinco años y se mantiene como la más ambiciosa iniciativa para redefinir las relaciones entre Euskadi y el Estado. Así lo recuerda su principal impulsor, Juan José Ibarretxe, en el artículo que ofrece hoy DEIA en exclusiva: "aquellas palabras y aquella iniciativa política -afortunadamente depositada y patrimonio del Parlamento Vasco- siguen vigentes, llenas de vida, formando parte no de la historia a esconder de España y de Euskadi, sino de los instrumentos políticos y jurídicos más modernos e innovadores con los que construir, en el siglo XXI, nuestro futuro entre todos".
El lehendakari lo defendió también ayer de viva voz con motivo de la concesión a su persona del Premio Sabino Arana por haber tenido "en el respeto, la palabra y la búsqueda de la paz sus máximos valores". En la rueda de prensa previa a la entrega de los galardones, aseguró que "si entre España y Euskadi se quiere alcanzar un acuerdo, que yo creo que es posible, para convivir amablemente en el siglo XXI, éste pasará por habitaciones con metros muy parecidos a los que tenían aquella consulta a la ciudadanía vasca y aquel Nuevo Estatuto Político que yo presenté, en nombre de la sociedad vasca, en Madrid". Preguntado por los periodistas sobre cuestiones de actualidad política, Ibarretxe fue tajante y emplazó a la lectura, hoy, del artículo que publica este periódico.
Un texto en el que reivindica cómo hace cinco años "defendí en España, en euskera y castellano, que el pueblo vasco existe y que tiene derecho a decidir libre y democráticamente su propio futuro". Una naturaleza, la del pueblo vasco, que tiempo después puso en duda el Tribunal Constitucional en la sentencia en la que echó por tierra la Ley de Consulta, de nuevo aprobada por la Cámara de Gasteiz.
confianza Juan José Ibarretxe no esconde cierto tono de amargura ante la cantidad de agravios padecidos -"trataron de humillarme, pero no lo lograron", recuerda-. Pero por encima de ello queda la tranquilidad de haber obrado en base a sus convicciones y la satisfacción por el calor recibido por parte de la sociedad vasca. "Nunca como aquel día he sentido tener a mi Pueblo tan cerca -expresa en su artículo-. Comprendí muy bien cómo un Pueblo se reconoce en sus dirigentes cuando éstos hacen suyo aquello por lo que él lucha y los rechaza cuando no hacen suyos sus deseos, sus anhelos. Es así de simple y así de definitivo se refleja en elecciones… y euskobarómetros".
Es entonces cuando incide en la situación presente y advierte sobre la que está por venir. Según él, el pacto PSE-PP "se formó de espaldas a la mayoría política y social del país que sigue siendo, mal que les pese a algunos, nacionalista vasca". Ibarretxe agrega que "la mediáticamente predicada normalidad no es más que un estuche vacío, porque los problemas siguen siendo los mismos que teníamos entonces, bueno los mismos no, agravados".
Advierte de que "en Euskadi se está desarrollando un ensayo serio de dormidera social que amenaza con trasladarse en el 2011 a diputaciones y ayuntamientos vascos", por lo que llama a "espabilarnos para movilizar lo mejor que llevamos dentro. Si no, puede hacérsenos de noche". Concluye, eso sí, con una nota de optimismo: "Cinco años después, yo sigo amando, creyendo, confiando en mi Pueblo".