Al Gobierno catalán no le queda más que la desobediencia ante el Gobierno de Madrid”
Muriel Casals, presidenta de Òmnium Cultural, asociación que convocó la manifestación del sábado, recibe a DEIA en su casa el día después de la marcha que colapsó Barcelona en demanda del derecho del pueblo catalán a elegir libremente su futuro tras el fallo que recorta el Estatut
Barcelona. Tan sólo unas horas después de la masiva movilización del sábado, la cara de Muriel Casals denota, a partes iguales, el cansancio por la polémica que presidió las jornadas previas a la movilización y la alegría por el éxito que cosechó la convocatoria.
¿Cómo fue la noche después de la manifestación?
Por un lado sentí cansancio y por otro alegría. Puse la BBC y vi que estaban dando imágenes de la manifestación y que decían que más de un millón de personas habían acudido a la marcha. Es muchísimo. He hablado con gente que me ha constatado el éxito de la manifestación.
La marcha se convocó por la decisión del Tribunal Constitucional de declarar inconstitucionales catorce artículos del Estatut. ¿Le sorprendió esa decisión del alto tribunal?
La verdad es que no. Desde Òmnium habíamos dicho que con que sólo tocaran una coma lo consideraríamos una agresión. El Estatut había seguido todos los trámites y no había que tocarlo. Han hecho, sin embargo, algo tan agresivo que han provocado una respuesta unánime. Cualquiera que sea tu postura política, a no ser que pienses que esto de España tiene que ser dogma, te hace sentir mal con la decisión del Tribunal Constitucional.
¿Por qué fue una asociación cultural como Òmnium la que dio el paso de convocar la protesta?
Se decidió el verano pasado. Cuando comenzaron los rumores sobre la sentencia del Constitucional, Òmnium se ofreció para preparar esto. Llevamos meses organizándolo sabiendo, o mejor dicho temiendo, lo que venía. Nuestra ventaja es que somos una asociación en la que confían los políticos y los ciudadanos. Hemos hecho un poco de paraguas, de minimizar los desacuerdos. Hemos sido el lugar común, el aglutinador.
No estamos buscando votos, lo que nos ha dado credibilidad para llevar a cabo este papel.
En esta ocasión sí ha quedado clara la unidad de la ciudadanía. Hubo un debate sobre cómo se iba a hacer la manifestación y acerca del papel de los políticos. Al final se decidió que iban a estar al frente. No que presidieran la marcha, pero sí que debían tener un lugar predominante. Lo que ha quedado claro es que la ciudadanía y los políticos, en este caso, hemos caminado en la misma dirección. Un país se construye con los ciudadanos y los políticos.
¿Y que le dijeron los ciudadanos a los políticos el sábado?
Que por lo menos, como mínimo, queremos el Estatut. Y una parte muy grande de la población quiere más. El tribunal nos dice, sin embargo, que ni siquiera el Estatut cabe en el marco jurídico actual. Es que nos están echando.
El sábado había una pancarta en la que se leía 'No soy independentista, pero me obligan a serlo'.
Yo creo que ésa es la lectura. El Gobierno de la Generalitat nunca ha dicho que va a romper con España, pero le están obligando a tomar decisiones. Ellos ahora saben lo que el pueblo les está pidiendo. Hay elecciones en otoño y está claro que un partido político no se puede presentar con un programa que no dé satisfacción a lo que el pueblo le está pidiendo. Y si el partido se presenta con un programa que satisface lo que el pueblo le pide va a vulnerar este dogal que ha puesto el Tribunal Constitucional.
Una de las cosas que más sorprendió fue el sentimiento independentista que impregnó toda la manifestación.
Es lo que fue. Estamos todos, fuerzas sociales y partidos, con una misma idea. Gente de todas las edades y condiciones sociales. Era la sociedad catalana la que estaba en la calle. Y en este sentido, que por delante de ellos estuvieran los políticos es algo que le ha dado grandeza. Era un deseo de construir el país.
La nota triste fue lo sucedido con el president Montilla.
Pero yo he leído informaciones equívocas. Hay quien ha dicho que se le echó de la manifestación y no fue así. Yo estaba allí, a su lado. Lo que sucede es que hubo un momento en el que ya no se podía avanzar debido a la gran cantidad de gente que había y al llegar a la parte de abajo del Paseo de Gracia se tomó la decisión de disolver el frente ya que no se podía avanzar. Paramos, cantamos El Segadors y se decidió dar por finalizada la marcha por lo que respecta a los presidentes, que de hecho se fueron. Fue después, cuando ya se había tomado esa decisión, cuando alguien increpó a Montilla.
Es una anécdota pequeña. Además, hay que decir que durante toda la manifestación, en la que hubo gritos soberanistas que van más allá de lo que él representa, Montilla estuvo en su papel. Para nosotros es como un símbolo. Es un presidente ligado al PSOE con todo lo que eso significa. Es un presidente hijo de la inmigración de los años 60. Es un modelo de cómo se hacen las independencias en el mundo.
Es algo inimaginable en Euskadi, que el lehendakari socialista se pusiera al frente de una manifestación con este cariz soberanista.
En Catalunya tenemos la suerte de que no hay una separación clara entre catalanistas y no catalanistas. Es verdad que hay diferentes grados, pero es muy poroso. Hay independentistas en todos los partidos, en CC.OO., en UGT y en el PSC también hay independentistas. No hay una ruptura clara entre el que es catalanista y el que no lo es.
¿Y ahora qué?
Yo creo que al Gobierno catalán no le queda más que la desobediencia ante el Gobierno de Madrid. Sé que es muy fuerte, pero hay dos fidelidades contrapuestas, las leyes españolas y el pueblo catalán. Yo creo que no hay duda de lo que debe elegir el Gobierno catalán, debe elegir a su pueblo.
Desde Òmnium convocaron a la manifestación. ¿Ahora es el momento de que los políticos recojan esa bandera?
Nosotros vamos a seguir trabajando en el ámbito cultural, en la lucha por la lengua catalana, porque los que vengan a Catalunya se sientan integrados, pero ahora son los políticos los que deben recoger el reto. Sabemos que es difícil, ya que se deben enfrentar al Constitucional y a las leyes españolas, pero lo vivido el sábado les da, o les debe dar, mucha fuerza si andan en el sentido que les ha dicho el pueblo. Si no, la gente se va a enfadar y se va a sentir traicionada.
¿Así que es momento de dar un paso adelante?
El mundo no da pasos atrás. No se puede ir marcha atrás. Nosotros necesitamos que el mundo sepa la aspiración de Catalunya. Lo importante es que el mundo vea la unidad de sentimiento y quiero resaltar la importancia de la decisión del PSC, que tiene esa línea de catalanismo.
¿Hasta dónde les van dejar llegar en este afán soberanista?
Estamos en el siglo XXI y en Europa. Ahora los países no se hacen ni por matrimonios, ni por guerras, sino con la voluntad de los ciudadanos y pacíficamente. No van a mandar al ejército. Es algo imparable. Además, en España hay demócratas que verán que el sentimiento catalán está arraigado. ¿Han tenido algún contacto con el PP, que fue quien presentó el recurso al Estatut? Con Òmniun no. Hay una franja de voto al PP, es algo que no podemos negar, pero hay que asegurarles que la vida para quienes se sienten más españoles que catalanes no va a ser incómoda en el futuro. No tiene por qué serlo aunque imagino que intentarán hacer creer que sí, que se va a prohibir hablar castellano. Nada más lejos de la realidad, sobre todo porque nosotros hemos sufrido la prohibición de hablar catalán y sabemos lo que significa que te castren de este modo. Cómo vamos a herir a otros. Pero de la misma manera vamos a ser muy firmes al defender que la lengua de Catalunya es el catalán.
¿Qué ha cambiado este sábado?
Yo creo que los políticos se han dado cuenta de que tienen por detrás el apoyo del pueblo y que tienen el deber de dar un paso al frente. El Gobierno español no lo quiere, pero supongo que movilizaciones como las de ayer les hará reflexionar.
¿Y qué cree que opinaría María Emilia Casas, presidenta del TC?
Imagino que dirá: "¡Qué disparate hemos hecho!".