Eskerrik asko por la invitación de los organizadores de este Foro. Estamos, abordando, en este Taller sobre Nuevas Políticas Económicas para el empleo, un tema que, estoy convencido, es el reto más importante que tienen planteado nuestras sociedades: El empleo. La creación de empleo. La compatibilidad entre generación de empleo y calidad de empleo.
Me voy a referir muy rápidamente al caso vasco. No es primera la crisis que afecta a Euskadi. Hemos conocido y experimentado en los últimos 40 años, bien es cierto, crisis de diversas características (industriales, económicas, financieras). Debemos subrayar, en particular, la crisis industrial que impactó muy duramente sobre nuestros sectores económicos tradicionales, obligándonos a un ajuste y a una reconversión económica de enorme dimensión. Una crisis cuyas consecuencias determinaron en Euskadi tasas de paro superiores al 20% a finales de los años 80 pero que, precisamente, pudimos superar con inteligencia y determinación políticas, poniendo desde las Instituciones nuestro autogobierno a trabajar con la adopción de medidas extraordinarias cuyo resultado podemos calificar hoy como un rotundo éxito. Euskadi ha sido, en este sentido, un laboratorio referencial de las políticas de superación de la crisis industrial padecida por regiones europeas que, como la nuestra, son de antigua industrialización.
Sin embargo, la crisis que estamos todavía atravesando –con mayor o menor afección y profundidad en ambos continentes aquí representados en este Foro- tiene unas características extraordinarias: es una crisis cuyo crisol es financiero y es una crisis cuyo impacto, en mayor o menor medida, ha sido global. No les voy a aburrir explicando las causas y las secuelas de esta crisis, suficientemente conocidos por todos.
Pero si debo subrayar un dato significativo e ilustrativo: la crisis ha percutido en Euskadi de distinta manera que en el resto del Estado español. Los datos conocidos recientemente, termómetro de esta aseveración, así lo reflejan. Con respecto al paro y la ocupación, la tasa de paro de Euskadi se sitúa en el 8,8%, muy por debajo -la mitad- de la media del Estado Español. Estamos en la media de la Unión Europea.
Podemos constatar, así, que las políticas económicas y de empleo que hemos desarrollado durante los últimos años parecen haber sido acertadas para afrontar los desafíos del entorno distorsionado por la “burbuja inmobiliaria”.
¿Cuáles son las razones que motivan la excepción vasca?.
Son muy diversas pero, de una parte, es un hecho que nuestro tejido económico no ha sido una estructura tan dependiente del monocultivo de la construcción de viviendas.
Hemos cuidado, ciertamente, nuestro entorno físico - las infraestructuras de comunicación, los suelos para actividad económica, el medio natural como bien ambiental y, también, motor de riqueza,...-. Lo hemos planificado cuidadosamente.
Pero también hemos mimado, con cariño, el entorno intangible del conocimiento. Un entorno que representan la educación, la formación laboral, la promoción de la innovación a través de medidas directas o, en su caso, de apoyo fiscal que se localizan en muy diversos programas que la Administración Vasca ha adoptado de manera planificada.
Aun así el reto que Euskadi tiene por delante es inmenso. Nuestro norte debe ser lograr los objetivos aprobados el pasado mes de octubre por el Consejo Europeo. Para el año 2020, la tasa de población activa de las personas de entre 20 y 64 años deberá alcanzar el 75%. Ahora estamos, en Euskadi, en el 66%.
Este objetivo requiere la aplicación de muchas medidas que deben ser articuladas desde nuestra Administración Pública. A tal efecto, se exigen programas que atiendan los siguientes aspectos:
• Lograr que el trabajo sea percibido como “rentable”
• Mantener un sistema de protección basado en prestaciones por desempleo y beneficios sociales
• Articular incentivos dirigidos prolongar la vida activa de las/los trabajadores
• Mejorar la conciliación de la vida familiar y laboral
• Aumentar la formación
• Flexibilizar la participación en el mercado laboral de personas con discapacidad.
Tenemos muy claro que nuestra economía y nuestra creación de empleo se deben basar en tres ejes:
• Las personas y su compromiso con el aprendizaje permanente y el emprendizaje.
• La innovación sistemática y la internacionalización, de la que debemos saber aprovechar los beneficios de la globalización.
• Una globalización que impulsa la territorialización de la actividad en plataformas como la que Euskadi representa, en las que la cooperación de los clusters y redes de innovación suponen una ventaja competitiva de primer orden.
En este sentido, las claves de nuestro éxito deben localizarse en:
Un Crecimiento sostenible. Los ámbitos sobre los que se deben centrar las actuaciones en materia de sostenibilidad deben ser el modelo territorial, el transporte, la producción/consumo de energía así como la gestión de recursos hidráulicos y el tratamiento de residuos urbanos.
Un Crecimiento integrador. La empleabilidad de los trabajadores se debe convertir en un elemento central del sistema de formación.
El Empleo para jóvenes. Debemos arbitrar medidas que promuevan contratos de un mínimo de tres años para jóvenes que finalicen sus estudios con obligación de formarse. Debemos impulsar la contratación a tiempo parcial para facilitar el acceso al empleo de los jóvenes.
La Creación de actividad económica en nuevos sectores emergentes. En concreto, nuestros nichos en los que perseguimos la excelencia son las Biociencias, Nanociencias, Energías Alternativas y Electrónica para transporte inteligente. Se trata de apuestas que guardan entre si un patrón similar. Descansan sobre la definición de estrategias integrales que contemplan el desarrollo del conjunto de eslabones de la cadena de valor, desde la generación de conocimiento hasta su aplicación final mediante la creación de nuevos productos, de nuevos servicios e, incluso, de nuevas empresas que exploten los conocimientos explorados.
La Apuesta por el turismo y la cultura como sectores tractores de economía y empleo. En nuestro país hemos realizado un proceso en el que el turismo y la cultura se han convertido en factores de cambio que debemos aprovechar para el desarrollo de una actividad económica generadora de riqueza y empleo. Bilbao y el Guggenheim constituyen un ilustrativo ejemplo.
Y desde luego en momentos como el que estamos viviendo, la inversión pública y el liderazgo de las instituciones como elemento tractor de la economía se revelan como factores de esencial trascendencia. Se trata, aquí, de la necesidad de liderazgo político y económico que cree confianza en el futuro.
En estos momentos, sin duda, nuestro mejor instrumento es nuestra capacidad de autogobierno. Una sociedad pequeña como la vasca necesita de todos los instrumentos a su alcance para poder mantener su competitividad, su generación de riqueza y, en definitiva su grado de bienestar.
Es un hecho a todas luces evidente. El autogobierno nos ha permitido en las tres cortas décadas de su vida, planificar nuestro desarrollo de forma ordenada. Ha estimulado nuestra disposición para abordar este tipo de políticas desde la cercanía y el conocimiento de la realidad social y económica.
Creemos en el gobierno de proximidad como la mejor herramienta para afrontar el reto del empleo, para articular las políticas y las medidas precisas que transformen en sentido positivo las realidades estructurales de nuestras sociedades.
Frente a otras opciones que nos hablan de gestionar las cosas públicas desde la lejanía de los gabinetes centrales del poder, nuestra propia experiencia nos anima a proseguir en el desarrollo de nuestras propias capacidades de autogobierno como herramienta fundamental para preparar nuestro futuro. Así podemos explicar el reciente acuerdo que nuestro partido ha alcanzado con el Gobierno español para que Euskadi asuma la competencia de las políticas activas de empleo. Este es nuestro testimonio: el autogobierno debe ser la base estructural de las nuevas políticas de empleo.
Eskerrik asko.