miércoles, 3 de noviembre de 2010

ORIGENES DEL PARTIDO NACIONALISTA VASCO

ORIGENES DEL PARTIDO NACIONALISTA VASCO

Es un honor para mí la invitación que me cursa la Junta Extraterritorial de Argentina de realizar semanalmente comentarios semanales sobre diversos temas de historia política vasca. La acepto como un reto personal y con una perspectiva abierta al mundo. Somos un Pueblo de unas características determinadas, pero conviviendo con otros en un planeta cada vez más globalizado. En consecuencia, parto de la hipótesis de que las ideas y los movimientos sociales vascos de una determinada época pueden tener su similitud, e incluso su relación, con los de otros países.

Este es el caso del Partido Nacionalista Vasco, fundado por Sabino Arana, el 31 de julio de 1895. Evidentemente, nace como un movimiento ideológico y como un movimiento social y político, a semejanza y acorde con las tendencias nacionalistas que cada vez tomaban más fuerza en diversas partes del mundo. Confieso que me gusta resaltar esta referencia comparativa frenta a las consideraciones de que se trata de un Partido conservador o nada progresista. Sus orígenes nos muestran todo lo contrario, porque, como nos indica el catedrádico de Ëtica de la Universidad Autónoma de Madrid Javier Sádaba en su libro Euskadi: Nacionalismo e izquierda, “lo que hoy entendemos por nacionalismo nace a finales del siglo XVIII, y nace como una doctrina progresista, si no revolucionaria, contra el autoritarismo de los Estados feudales”.

Evidentemente, el concepto de “poder” se estaba transformando en el orden internacional: ya no se creía en su origen divino y las corrientes ideológicas en boga se posicionaban cada vez con ahinco a favor de su democratización. Ya no se concebían como imprescindibles las monarquías. Una buena demostración de esta realidad fue la propia independencia de los Estados Unidos (1781).

Pero, en este sentido, dentro de la propia Europa se podrían citar casuísticas como la problemática de liberación de las naciones checa y polaca, el caso de Irlanda, el pleito franco-alemán respecto a Alsacia y Lorena, etc. Otro tanto podría decirse respecto a las colonias españolas y portuguesas en America, cuyas independencias son también exponentes de las aspiraciones de los Pueblos que desearon decidir sobre sus propios destinos, con sistemas de gobierno democráticos.

La defensa de democracia y mayor bienestar social era bueno para todo el mundo, y no podía ser menos para los vascos/as.


Josu Legarreta
lega.loa@euskalnet.net