EL CRIMEN DE LA VIA ARMADA
Juan Bautista Alberdi escribíó en 1872 que “el derecho penal en lo internacional se llama derecho de guerra. Así el derecho internacional de la guerra no es más que el derecho penal y criminal de la humanidad”.
Alberdi había vivido y padecido las trágicas situaciones socio-políticas de Argentina, tanto internas, como en sus relaciones internacionales. Le habían impresionado sobremanera las consecuencias de la guerra contra Paraguay, en la que se había derramado “diez veces más sangre y su coste fue diez veces más caro que lo que costó la guerra de su independencia contra España”. En conclusión las guerras son “esencialmente injustas”.
En ese mismo siglo XIX los vascos/as sufrieron las consecuencias de las Guerras Carlistas, con la consiguiente abolición de los Fueros (año 1876). Sabino Arana, con la creación el Partido Nacionalista Vasco, pretendió la soberanía de las 7 provincias, pero se vio obligado a replantear las estrategias de su actuación. Muere en 1903, y sus seguidores prosiguen con su proyecto nacionalista, con reflexiones sobre las estrategias a seguir. Así nos las muestra, por ejemplo, la carta que el 7 de diciembre le escribe José de Arriandiaga a Engracio Aranzadi:
“¿Cuáles son los futuros propósitos del Partido Nacionalista Vasco? Lanzarse a la guerra, como único medio, en demanda del triunfo: pero, para ello, necesita dos cosas: propagación de doctrina y formación del ejército.
Propaganda de doctrina: Más de diez años que se la cultiva y ¿qué prosélitos ha adquirido? Ocho mil, diez mil, quince mil: total, una miseria. Es evidente que, al paso que vamos, se habría menester treinta, cuarenta, cien o más años para lograr que la mayoría del País llegase a ser nacionalista. Y dada la invasión que de día en día se acentúa ¿habría más vascos dentro de cien años? (...) El vasco, además de que va impurificándose, va también hallándose en su propio País en número menor que el extraño. Prueba de ello Bilbao que de ochenta o más miles de almas, pasan de la mitad de no vascos. Formación de ejército: (...)Es una verdadera fantasí o sueño pensar que el Partido Nacionalista prosperará con el tiempo lo suficiente como para proporcionarse un ejército....”.
Aunque el lenguaje de la carta hoy nos llame la atención, Arrandiaga propone dos vías para proseguir trabajando a futuro: la participación en política por vías democráticas y el esmero por la “deseada unión vasca”.
Años más tarde, el Lehendakari Aguirre escribía el 22 de diciembre de 1941: “Nuestro espíritu está abierto para todos aquellos hombres de buena voluntad que comprendan que las soluciones no pueden basarse en el recuerdo de lo que dividió y divide, sino en realidades que el tiempo consagra como única base sobre la que puede asentarse un futuro estable. Para nosotros esas realidades se concentran en un sincero y constructivo sentido democrático, en la profunda y necesaria renovación social y en la libertad de los pueblos con personalidad nacional”.
Josu legarreta
Lega.loa@euskalnet.net