Sr.lehendakari:
He recibido recientemente el ejemplar número 88 de la revista Euskal Etxeak. No puedo ocultarle que me han dado pena y vergüenza las páginas de presentación redactadas por su Director de los Ciudadanos y las Colectividades Vascas en el Exterior.
Como la revista es pública y la reciben varias decenas de miles de personas, me he propuesto a opinar públicamente a través de esta carta abierta dirigida a Ud. como máximo responsable del Gobierno Vasco. Nunca hubiera pensado que en la presidencia del Gobierno Vasco, fuera de la ideología que fuera, pudiera haber un político de esta talla, con menos conocimiento de nuestra realidad y con la capacidad de argumentación que resulta ofensivo a miles de sus lectores, a pesar de su autojustificación de que “desde mi nombramiento he podido obtener una perspectiva suficiente como para formarme una idea clara de un ámbito que sólo conocia por referencias colaterales”.
No le puedo negar que muchos estuvimos recelosos por la actitud que podía asumir su Gobierno respecto a la diáspora vasca. Pero nuestra inquietud nunca supuso que el Director de Relaciones con las Colectividades Vascas fuera recibido irrespetuosamente. Nuestras incertidumbres tenían su origen en las intervenciones que en épocas pasadas han tenido representantes de los Grupos Socialista y PP en el Parlamento Vasco, tanto en las comparecencias de los representantes de Lehendakari, en aquellas épocas del Partido Nacionalista Vasco, como en las presentaciones de enmiendas de ambos grupos citados al programa de relaciones con los Centros Vascos. Si deseara comprobar esta realidad, ordene a su Director analice estos datos, fáciles de conseguir a través de la página ZABALIK del Parlamento. Le vendrá muy bien aunque sólo sea para instruirse respecto a lo que ha sido la historia de las Legislaturas precedentes.
Por si esto fuera poco, me permito recordar que ha habido tres personalidades insignes del Partido Socialista que se han negado a entrar en nuestros Centros Vascos: Enrique Mugica, Rosa Diez (cuando fue Consejera socialista del Gobierno Vasco) y Txiki Benegas, que se negó porque no fue atendida su solicitud de “ser recibido con los más altos honores”.
No se dediquen por favor, a acusar y a realizar afirmaciones gratuitas. Me permito aconsejarle que se dediquen a desarrollar políticas desde su perspectiva socialista. Me parecería muy bien que lo hicieran, pero vendiendo credibilidad y actitudes educadas, con propuestas y políticas de crecimiento de estas nuestras instituciones y no con declaraciones que nos ofendan. ¿Quién puede creer las palabras de su Director de que “a medida que he ido recorriendo los países destino de la emigración vasca he podido tranquililizar a las colectividades vascas”, si cada vez que nos visita no logra sino malestar con sus afirmaciones y sus instromisiones? Sr.Lehendakari, créame, es lo menos “político” y profesional que he conocido.
Entre los diversos argumentos que plantea en su escrito nos habla de su “euskera de baserri”, minusvalorando el euskera y su propio conocimiento, si darse cuenta que en las Euskal Etxeak de Argentina hay más de 1000 personas que están esforzándose por aprenderlo, sin más interés que el amor a la Cultura Vasca y al País donde nacieron nuestros antepasados. ¿Habrá pensado alguna vez su Director que para nosotros que vivimos a más de 10.000 kilómetros no es nada edificante el que un político vasco no conozca y use las dos lenguas oficiales de Euskadi de forma correcta? Por las veces que he escuchado a su Director, puedo asegurarle que desconoce los planteamientos que en los Centros Vascos y en la propia FEVA se han hecho desde 1956. El Sr. Celaya desconoce la ponencia que nuestra Federación presentó al Congreso organizado en Paris (1956) por el Lehendakari Agirre, y desconoce los esfuerzos que nuestra juventud ha realizado y realiza para aprender el euskera e impartir en las Euskal Etxeak.
Y vuelve una vez más con su argumento de que tenemos una idea romántica, folklórica y rural de Euskadi. No hay mayor ciego que el que no quiere ver. Pero a pesar de todo, me agradaría le recomendara un mayor esmero en el conocimiento de los contenidos de los congresos que los centros vascos argentinos hemos celebrado desde 1987, de nuestras relaciones con las universidades de Bahía Blanca, Buenos Aires, La Plata, Mar del Plata, Rosario, etc. y nuestros planteamientos de apoyo al Gobierno Vasco y a las empresas vascas para que las relaciones entre ambos países fueron cada vez más estrechas y más fructíferas.
Por si fueran poco los conocimientos casi nulos de estas realidades por parte de su Director, en la revista Euskal Etxeak se anima a afirmar –se dice que la ignorancia es atrevida- que “Un ejemplo de nuestro intento para actualizar esa imagen es el programa Gaztemundu”. Sr.Lehendakari, el programa Gaztemundu viene funcionando desde las épocas del Lehendakari Ardanza, con una planificación clara y transparente de los objetivos en cada edición. No se autoengañen: hasta ahora su Director no ha sido capaz de organizarlo con objetivos claros, previo análisis de las necesidades de las Euskal Etxeak. Y esto realmente nos preopcupa, y nos preocupa porque este mismo año se va a celebrar el Congreso de las Colectividades Vascas y todavía no hemos recibido ningún anteproyecto, ni se nos ha consultado para nada.
Debo reconocerle que en las colectividad vasca hay socios/as de ideología diversa: hay radicales, peronistas, nacionalistas vascos de una y otra tendencia, socialistas, comunistas, etc. Y me permito esta confesión para solicitarle que dejen a un lado su obsesión antinacionalista vasca. Cada cual somos lo que somos, como Uds. son socialistas. No nos vendan sus problemas de Euskadi. Nosotros deseamos un gobierno vasco que nos ayude a crecer y no a pelearnos. Yo le aconsejaría recomendara a su Director la lectura de la colección Urazandi, de más de 20 tomos, que recoge la historia más amplia de las instituciones vascas más importantes del Exterior. Su lectura le puede proporcionar un bagaje importante de conocimientos de nuestra historia real. Si se niega a conocernos mejor, difícilmente puede su gestión política será más eficiente. Y no le quiero cansar con comentarios sobre los consejos espirituales de unidad que nos dicha en la revista Euskal Etxeak.
Termino esta carta abierta con el corazón más dolorido que cuando he empezado a escribirle. Soy consciente de la crudeza y dureza de mis palabras. Y, la verdad, no me atrevo a aconsejarle que lo cese, porque cuanto más dure en su puesto, más nos convenceremos de la ineficencia de su gestión socialista.