miércoles, 26 de enero de 2011

LAS GUERRAS SUCIAS

LAS GUERRAS SUCIAS

Juan Bautista Alberdi, uno de los más notables pensadores de Argentina e inspirador de su constitución, nació en Tucumán el 29 de agosto de 1810 año de las independencias sudamericanas. Sus padres fueron vizcaínos, y de ellos heredó su amor a la libertad y a la democracia. Tanto es así, que al término de su carrera abandonó su Patria sin recibirse de abogado por no prestar juramento al dictador Rosas.
Siempre he tenido curiosidad por conocer el pensamiento político de Alberdi. Entre otras razones, porque era contemporáneo de Sabino Arana. En 1872, trece años antes que éste fundara el Partido Nacionalista Vasco, impresionado por los desastres que causó la “guerra del Paraguay” o la “guerra contra la Triple Alianza” de Argentina, Brasil y Uruguay, publica su interesantísima obra El Crimen de la Guerra. No es ciertamente una crónica de dicha guerra, sino una profunda reflexión de la guerra, en general.
El origen de esta guerra reside en la negativa de Mitre a la solicitud del presidente paraguayo Solano López a que autorizara el paso de sus tropas por tierras argentinas para acudir a Uruguay en apoyo del Partido Blanco, enfrentado con el Partido Colorado. Este contaba con la simpatía de Mitre y el apoyo de Brasil. Y en consecuencia, Paraguay se enfrentó contra los tres países. Pero como en otras muchas ocasiones, en esta oportunidad también se dieron las guerras sucias, como fue la de los británicos que la financiaron por sus intereses económicos en la zona.
Pero lejos de la mera anécdota de porqué se dio, recomiendo la lectura de la obra de Alberdi porque sus reflexiones son de plena actualidad. Aunque sólo sea a modo de ejemplo, transcribo un párrafo que define las diversas modalidades de guerra que existen para este vasco-argentino: “no todas las operaciones de la guerra –dice- se hacen por los ejércitos y en los campos de batalla. (…) hay la guerra de policía, la guerra del espionaje y delación, la guerra de intriga y de inquisición secreta, de persecución sorda y subterránea, en que se emplea un ejército numeroso de soldados ocultos, de todo rango, de toda nacionalidad, que hacen estragos en la sociedad…Hay además la guerra de maquinación, de soborno, de zapa y mina, de conspiración sorda…Hay además la guerra de desmoralización, de disolución, de desmembración, de descomposición social, que pudre las generaciones que quedan vivas, y cuya corrupción deja rara vez de alcanzar al corruptor mismo que emplea tales medios de guerra”.

Las guerras sucias, sean del ámbito internacional o local, siempre son injustas y antedemocráticas, acontecieran en el siglo XIX o se padezcan en el XXI,


Josu Legarreta
Lega.loa@euskalnet.net