El término “vizcaíno” se ha usado en épocas pasadas para referirse a los vascos/as en general. En este mismo sentido, la proyección ideológica de Sabino Arana está orientada a la conformación de una conferación de los siete territorios vascos. Así escribe en Bizkaiatarra del 22 de abril de 1894: “De todas las maneras y puesto que el nombre no hace a la cosa, esa política bizkaína aspira, llámese nacionalismo o separatismo, a que Bizkaia se constituya en nación perfectamente independiente. Esto no significa que Bizkaia ha de prescindir de las otras regiones de Euskeria. No: Alava, Bizkaia, Gipuzkoa, Lapurdi, Nabarra, Naparrobera y Zuberoa son pueblos hermanados por los lazos naturales de la raza, idioma, caracter y costumbres, y, según la política nacionalista, están llamados a formar una Confederación”.
Sin embargo quienes pretenden desvirtuar su ideología acusándole de que en la parte final de su vida se alejó de sus principios hacia un simple autonomismo olvidan un principio básico de que por encima del poder está la estrategia y que, en consecuencia, detrás de sus palabras y de las declaracionespueden existir a veces otras realidades incluso distintas de las que aparentemente parecen indicar. Si es verdad aquello de que por los frutos los conoceréis, es indudable la influencia del nacionalismo vasco en los destinos de Euskadi, por mucho que en que su artículo “Grave y transcendental” planteara un cambio de rumbo.
En esta reflexión me viene a la memoria el comentario de un historiador argentino, Norberto Galasso, un tanto heterodoxo, en su reciente publicación “Verdades y mitod del Bicentenario – Una interpretacion latinoamericana, sobre cómo era posible que en la revolución independentista y antiespañola de Argentina plantearan los revolucionarios un cambio político con referencias a la leatad al rey de España Fernando VII. (Sin embargo el Acta de Declaración de Independencia de 9 de julio de 1816 es absolutamente contundente: “declaramos –dice- solemnemente a la faz de la tierra que, es voluntad unánime e indudable de estas Provincias romper los violentos vínculos que las ligaban a los Reyes de España, recuperar los derechos que fueron despojados e investir del alta carácter de Nación libre e independiente del Fernando VII, sus sucesores y Metrópoli”.
En ambos textos se da una coincidencia de aspiraciones.Y si nos retrotraemos a la época en que Sabino Arana escribió el citado texto, encontramos conceptos similiares –desde la diferencia- como confederación, o proyectos de creación de marca propia: Arana crea el nombre EUZKADI, y Argentina pasa a denominarse y a ser más conocida por República Argentina, que por sus dos otros nombres de Confederación Argentina y Provincias Unidas del Río de la Plata.
En este mismo sentido se podrían realizar comparaciones de la problemática de la reivindicación vasca de descentralización, de autogobierno, y la problematica entre unionistas y federalistas: Buenos Aires versus Provincias del interior.
Definitivamente, las historias se repiten en diversas partes del mundo.
J. Legarreta
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