Joseba Egibar Presidente del GBB de EAJ/PNV - Sábado, 2 de Octubre de 2010
Entre todos podemos alcanzar los escenarios y objetivos colectivos que nos propongamos. Una convicción que posee en sí misma toda la fuerza que, sumando voluntades, le queramos otorgar. Estamos viviendo un momento político en el que se está produciendo la transición hacia el final de ETA y, al mismo tiempo, una estrategia de Estado normalizadora sustentada por la acción de un Gobierno vasco que no cree en el Pueblo que representa.
Un Gobierno vasco que orienta su estrategia a la desfiguración de la identidad del Pueblo Vasco, de su autogobierno y de su sistema institucional, a la vez que carece del liderazgo político imprescindible para generar respuestas o dinámicas que supongan soluciones a los problemas que este país tiene planteados.
En cuanto al escenario de la pacificación, los últimos comunicados de ETA no han sido suficientes para una ciudadanía que reclama el final definitivo de toda acción violenta, pero también es cierto que la izquierda abertzale nunca antes había exigido a ETA un alto el fuego unilateral, permanente y verificable.
La sociedad vasca quiere la paz, la exige. La ciudadanía vasca considera que los pasos dados por la izquierda abertzale son positivos y que debemos realizar un esfuerzo para que ese recorrido político y democrático se consolide. No es posible demandar a la izquierda abertzale que apueste por las vías políticas mientras se impide su incorporación al juego democrático. Sin embargo, el PSOE y el PP se limitan a reafirmar su apuesta por la derrota policial y la ilegalización política.
La mayoría social vasca nunca ha aceptado la Ley de Partidos por el recorte de derechos fundamentales y libertades básicas que supone. Y ese rechazo inicial se ha visto reforzado al convertirse en testigo de la instrumentalización política que el PSOE y el PP han hecho de la misma para recortar el mapa electoral y condicionar la voluntad mayoritaria de este Pueblo.
El gobierno del lehendakari López no reconoce la existencia del Pueblo Vasco, no reconoce, por lo tanto, la existencia de un sujeto político que pueda ejercer su derecho a decidir democráticamente un futuro colectivo. El Gobierno de López está empeñado en aleccionar a la sociedad vasca en una nueva doctrina: para el PSOE no hay pueblo, sólo ciudadanos. Ese es el mantra del cambio constitucionalista para Euskadi, con el fin de anestesiar nuestra conciencia colectiva.
El actual Gobierno vasco no respeta nuestra identidad política, pero tampoco logra generar confianza alguna con su gestión económica o social; por el contrario, carece por completo del liderazgo necesario para sostener y empujar nuestro tejido productivo y evitar que perdamos posición como país. Euskadi es una nación que no puede someterse a una relación de subordinación con España, ni política ni cultural ni económica ni socialmente. Los vascos, los guipuzcoanos, tenemos en juego el mantenimiento de los niveles de cohesión y justicia social que hemos ido logrando entre todos.
Ha llegado la hora de reaccionar. Tenemos que situar la violencia definitivamente en el pasado, aportar alternativas viables y eficaces para salir de la crisis económica consolidando espacios de justicia social y construir un acuerdo social y político mayoritario para incorporar el derecho a decidir del Pueblo Vasco al ordenamiento jurídico.
Han sido y son muchos los pasos dados y esfuerzos invertidos. Vivimos un momento clave que debemos protagonizar. Es la hora de sostener y empujar, de no perder posición como país, de redoblar el compromiso personal y colectivo con las aspiraciones mayoritarias de nuestro Pueblo.
Queremos canalizar esos esfuerzos y compromisos. Es lo que pretende la iniciativa Batu Gaitezen: constituirse en un instrumento al servicio de esa reacción política y social, ser una plataforma para el diálogo y el debate. Pretendemos activar, en colaboración con la sociedad de Gipuzkoa, una labor política que nos permita alcanzar mediante el diálogo los objetivos propuestos.
Batu Gaitezen es una propuesta de compromisos para ganar el futuro social, cultural, económico y político de este Pueblo:
Compromiso claro con la paz y el rechazo del uso de la violencia que implica el respeto a todos los derechos humanos. La paz exige la renuncia a la violencia por parte de ETA, pero además es necesario valorar positivamente todas aquellas propuestas que apuesten por el uso exclusivo de las vías democráticas.
Compromiso con la apuesta por el progreso y por una Euskadi solidaria y justa, liderada por las instituciones vascas para poder hacer frente a la actual situación económica.
Y compromiso con el reconocimiento de la existencia del Pueblo Vasco y de su derecho a decidir libre y democráticamente su propio futuro. El logro del reconocimiento del Pueblo Vasco no es labor exclusiva de los partidos políticos o de las instituciones; es una tarea que nos corresponde a todos los que compartimos estos principios.
Los compromisos personales que se traducen en apuestas colectivas precisan de dirección y liderazgo, de evaluación y estrategia. En nuestro Pueblo, en su nombre y también para su control, se ha utilizado la violencia, la de ETA y la violencia de Estado.
Hoy los tiempos son diferentes. La violencia debilita, frena, inhabilita; las estrategias son más sibilinas, con vocación de largo alcance, aunque algunas queden en evidencia cada vez que hablan los responsables políticos e institucionales de las formaciones políticas españolas. Lejos de respetar el sujeto político que constituye el Pueblo Vasco, pretenden transformarlo, diluirlo, en definitiva, condicionar su futuro. A esas estrategias de fondo es preciso responder con iniciativas impecablemente democráticas y construidas sobre la mayoría social y política de este Pueblo. La clave está en establecer los principios de manera clara, en articular y gestionar correctamente los compromisos y en saber mantenerlos en el tiempo.
Los derechos humanos, el derecho a la vida, el progreso y la justicia social, el reconocimiento y respeto como Pueblo tienen, en el caso de la sociedad vasca, traducción a escala política y a escala humana: pasar del deseo y de los objetivos individuales al compromiso organizado. Esto es, Batu Gaitezen.