Editorial Deia: Por los derechos civiles y políticos, sin violencia
La multitudinaria manifestación de ayer en Bilbao fue una protesta plural contra la prohibición del ejercicio de las libertades y un llamamiento explícito a respetar todos los derechos humanos y a la utilización exclusiva de vías políticas
Una multitudinaria manifestación en la que participaron decenas de miles de personas recorrió ayer las calles de Bilbao tras dos intentos anteriores abortados por la justicia española en forma de sendas prohibiciones a las marchas convocadas por la plataforma Adierazi EH! e incluso por ciudadanos tan en las antípodas de los planteamientos de ETA como un ex consejero de Justicia. No cabe duda, en este sentido, de que el éxito de la manifestación de ayer se debe a que el acto derivó en una protesta clara y contundente contra una estrategia prohibicionista tan antidemocrática como estéril basada en recortar libertades fundamentales como la de expresión, de manifestación y de asociación. Ha sido, precisamente, la defensa de todas las libertades y el rechazo a que se impida su ejercicio práctico lo que ha logrado unir en una manifestación a un amplísimo y plural abanico social e ideológico que va mucho más allá del mundo de la izquierda abertzale tradicional e incluso del nacionalismo. El largo lema oficial (No a la prohibición de manifestaciones. Ninguna imposición, ninguna violencia. Sí a los derechos humanos, civiles y políticos) y la propia personalidad independiente de los convocantes bajo el impulso del movimiento social en defensa del acuerdo y la consulta Lokarri ha tenido la virtualidad de aglutinar a un amplio espectro de la sociedad vasca, máxime en este momento de expectación ante los movimientos que se adivinan -y se esperan- en la izquierda abertzale y ETA. Así, la manifestación tuvo el respaldo de Aralar, la izquierda abertzale ilegalizada, EA, Ezker Batua y Alternatiba, con la significativa presencia de dirigentes del PNV, además de contar con apoyo de un numeroso grupo de agentes sociales y sindicales. Pero el hecho de acudir a una misma manifestación no implica en modo alguno una comunión de intereses. Es más que posible, incluso, que la misma pluralidad de los convocantes, la complejidad de los lemas y el motivo último de la marcha pueda esconder diversos objetivos para los distintos participantes e incluso un claro intento de utilización por parte de la izquierda abertzale oficial. Pero si inequívoco es lo que el acto de ayer supone de protesta contra la prohibición de manifestaciones, también lo es la explícita demanda contenida en el impulso del mismo de que no haya ni imposiciones ni violencia y de que se respeten los derechos humanos. Y en ello la izquierda abertzale -la que se manifestó ayer y la que no- tiene aún un largo recorrido por hacer. Es esto lo que no han querido entender ni PSE ni PP, que han arremetido contra quienes secundaban o se adherían a la manifestación de ayer, obviando que se trata de defender los derechos de todos y de que contenía un llamamiento claro a ETA para que acate la voluntad de la sociedad vasca y anuncie su renuncia definitiva a la violencia.