Lo he dicho hoy antes de y durante la inauguración del Batzoki de Olakoaga (Gueñes): además de contestar a preguntas que tenían que ver con actos propios de Partido territoriales así como subrayar nuevamente que la negociación de los Presupuestos Generales del Estado parte del cierre del compromiso adquirido por el Gobierno y Partido Socialista Obrero Español y que no es el acuerdo que “por error” colgó el Gobierno español en la página web de La Moncloa, he contestado que estaba decepcionado con la manifestación de ayer en Bilbao. Pero no por los insultos de “traidor y español” que nuestros representantes tuvieron que soportar. Las consignas e insultos contra el Partido Nacionalista Vasco de la manifestación de ayer son, para mí, algo importante pero secundario.
No es la primera vez. Ni será, quizás –ojalá que no- la última en posibles manifestaciones. Hemos acudido a otras manifestaciones y concentraciones similares y hemos recibido el mismo trato. El odio que una parte de ese mundo que se autodenomina Izquierda Abertzale expresa contra el Partido Nacionalista vasco es histórico y patológico.
El camino que el Partido Nacionalista Vasco emprendió hace ya más de 30 años nada, absolutamente nada, tiene que ver con el camino que este mundo optó por recorrer. Nacionalismo unido a respeto a la vida, respeto a los derechos humanos, y a los civiles y políticos. Ligado también a desarrollo institucional de Euskadi. Frente a socialismo marxista, ideologías anti-sistema disfrazados de abertzalismo radical, justicialistas de la capacidad de vida humana, equiparadores por igual de cualquiera de los Derechos Humanos y despreciadores de cualquier tipo de construcción social y política de Euskadi que sea incluyente e integral.
El todo o nada, que al final es nada. En una nada en la que se siente cómoda. Y de la que sólo se mueve cuando la necesidad aprieta y apremia. Frente a desarrollo gradual de Euskadi. Frente a crecimiento institucional y sin límites…, salvo los que decida la sociedad vasca, toda la sociedad vasca.
Pero esto, insisto, con ser muy importante no es lo más importante en lo que a nosotros y la manifestación de ayer respecta. Ni es nuevo. Lo relevante de la manifestación de ayer fue la concordancia de la convocatoria de la manifestación misma, su desarrollo y el objetivo del mensaje final. La concordancia entre los convocantes y los protagonistas finales. Lo relevante fue escuchar la lectura de un manifiesto al final de la marcha excluyente e hiriente. Y no especialmente contra el Partido Nacionalista Vasco, que también sino hiriente con la sociedad vasca. Sí. Con los centenares de miles de vascos y vascas que quieren, que queremos, la paz en Euskadi. Hiriente con la esperanza de paz y reconciliación que anida en toda la sociedad vascas. A esa manifestación reflejada en las “concordancias” citadas y en el discurso y protagonismo final, el Partido Nacionalista Vasco no acudió.
Y esta mañana, además de a las críticas a la labor del PNV en la negociación con quien sea para que Euskadi sea más Euskadi proferidas estos día por unos y por otros, me he referido a ésto y también a la oportunidad de paz que este país tiene por delante. La paz y la normalización política, -cuyos principios inspiradores de “Elkarbizitzarako Bidea-Bake Bidea” adecuamos a la situación y circunstancias actuales con la base de “No violencia-Política/ Pluralismo/ Acuerdo y Respeto”-, necesitan de su tiempo y tenemos que aprovechar cada uno de los días. Y si, como consecuencia del diálogo y la negociación de los Presupuestos Generales del Estado, hay acuerdo para el desarrollo del bienestar de los vascos y vascas –más Euskadi- también habrá un tiempo para la paz y la normalización que no podemos ni debemos desaprovechar.
El PNV, a pesar de lo sucedido en la manifestación de ayer –aunque revisaremos todo lo relativo a ella de cara a futuras ocasiones-, se ofrece de manera discreta y sin afán de protagonismo a conseguir también labrar entre todos –porque el proceso unilateral que se dice es el que corresponde a ETA y la autodenominada Izquierda Abertzale, la no emancipada, en lo que es “cese definitivo” o disociación del mundo que practica el terror-, también con el Gobierno español, con el PSOE, con el PSE, -ojalá que fuera posible también con el PP- un tiempo de paz futura para todos los vascos y vascas, y un tiempo de normalización en la convivencia entre las formaciones políticas, así como un tiempo de Acuerdo entre Euskadi y España.