Los dos partidos estatales que ahora dicen festejar el Estatuto han protagonizado el continuado intento de evitar su desarrollo y actualización para ahogar la potencialidad textual del mismo desde su Artículo 1 a su Disposición Adicional.
Martes, 26 de Octubre de 2010-Editorial Deia
El Pueblo Vasco o Euskal Herria, como expresión de su nacionalidad, y para acceder a su autogobierno, se constituye en Comunidad Autónoma..." Así empieza el Artículo 1 del Título Preliminar del Estatuto de Autonomía del País Vasco, Estatuto de Gernika, aprobado ayer hace 31 años y con el que Euskadi retomaba en 1979, tras serle arrebatados por el franquismo, los derechos inherentes a su característico régimen foral, tal y como estipula después la Disposición Adicional del propio Estatuto -"La aceptación del régimen de autonomía que se establece en el presente Estatuto no implica renuncia del Pueblo Vasco a los derechos que como tal le hubieran podido corresponder en virtud de su historia..."- así como la Disposición Adicional 1ª de la Constitución que "ampara y respeta los derechos históricos de los territorios forales". Es decir, la aprobación del Estatuto en referéndum por la sociedad vasca se realiza como vía para "acceder a su autogobierno" y no supone limitación alguna de éste en cuanto a "los derechos que como tal le hubieran podido corresponder en virtud de su historia". Más de tres décadas después, sin embargo, no sólo se ha impedido a Euskadi la actualización e incluso el debate sobre esos derechos "de acuerdo con lo que establezca el ordenamiento jurídico", como también estipula la disposición adicional del texto de Gernika, cuando dicha actualización se ha pretendido cumpliendo todos los cauces exigidos. También se ha restringido su desarrollo y, por tanto, su potencialidad mediante una batería de decretos y normativas, ajenas a la sociedad y las instituciones vascas y a lo aprobado por éstas, que limitan sus capacidades. Asimismo mediante la obstinada intransigencia de los sucesivos gobiernos españoles a la hora de cumplimentarlo salvo cuando por urgencias emanadas de sus propias carencias políticas, como en el caso del actual gobierno que preside José Luis Rodríguez Zapatero, el PNV ha conseguido arrancar las transferencias pendientes. Es insólito que sean los dos partidos que durante tres décadas han impedido el desarrollo del Estatuto quienes celebren ahora su aprobación tras tratar de llevar el texto de Gernika al agotamiento que denunciaba ayer mismo el lehendakari Juan José Ibarretxe en la defensa de su tesis doctoral. Es insólito que sean esos dos mismos partidos, uno de los cuales arrastra la rémora de haber votado entonces (como AP) contra su aprobación, quienes lo conmemoren cuando no admiten su textualidad, es decir, que sea la vía por la que Euskadi "accede a su autogobierno" "sin renuncia a los derechos que como tal le hubieran podido corresponder" y pretenden tergiversarlo como límite recortado y definitivo de esos derechos. Y es insólito que Patxi López lo festeje renunciando a sus promesas electorales y a las capacidades que ofrece el propio texto estatuario en lugar de profundizando en su cumplimiento.