viernes, 10 de diciembre de 2010

UNA DIOCÉSIS VASCA? NO, POR FAVOR.

En la carta del 5 de agosto de 1861 el abad electo de Santo Domingo de la Calzada expuso al Ministro de Justicia español las razones por las cuales no debía crearse una diócesis vasca en Vitoria-Gasteiz. Merece leerse. Dado su interés por lo que significa ideológicamente, transcribo algunos de sus párrafos:
1) Solicitaba que en términos de equidad se garantizase las compensaciones que les fueron reconocidas y adjudicadas antes de la división del territorio de las diócesis existentes.

2) No le parece bien que “una iglesia naciente oscurezca el brillo y esplendor, aventaje en grandeza, y, en cierto modo se sobreponga a la antiquísima de Pamplona, a la apostólica silla de Calahorra y la Calzada, y aún a la metropolitana de Burgos”

3) Afirma que Calahorra perdería 553 parroquias...” un obispo tan antiguo quedará encerrado en los límites de una provincia nueva”.

4) La nueva diócesis se crea en un terreno “todo montañoso y muy difícil de visitar”. Pero además como sede nueva se encontraría “sin oficinas, sin curia, ignorante de las prácticas, y no teniendo hábitos de gobierno ocurrirían frecuentemente dudas y embarazos” que en otras diócesis “se despachan fácilmente”.

5º “La santidad de la persona santifica a la silla, y la dignidad de ésta acrecienta con una larga serie de prelados virtuosos y doctos”. Los obispos vascos tendrán mérito personal, pero no heredado”.

6º Una vez conseguida la creación de la diócesis, dice que “nacerán rivalidades, harán comparaciones entre ciudad y ciudad, entre iglesia e iglesia, y nunca mirarán a la de Vitoria con la veneración, respeto y sumisión religiosa con que están acostumbrados a venerar las iglesias de Calahorra y Pamplona.

7ª Si desde la Reconquista hasta hoy, pasando por la “indivisible monarquía”, nunca se ha considerado crear esta diócesis vasca, ¿por qué ahora? Esta decisión “es la que da a las tres provincias una especie de independencia, que hace muy precaria su unión con España, si el vínculo que las sujeta a la corona no estuviese fortalecido por el vínculo canónico que las estrecha y hace dependientes de Castilla. Lejos de nosotros el recelo de que sus habitantes abriguen la menor idea de faltar a la obediencia a nuestros Reyes y de romper los lazos que los unen a la noble nación española. Pero la previsión de los gobiernos debe alcanzar a épocas futuras, y a toda clase de contingencias: a una nueva cuestión dinástica, una guerra europea, o cualquiera otra reyerta y discusión política que acalorando los ánimos y cegando la razón, pudiera hacerlos desconocer y faltar a sus deberes. Si a la independencia administrativa y legislación especial de que gozan, se junta entonces la espiritual y eclesiástica, tienen todo lo necesario para gobernarse a sí mismos y ser de todo punto independientes

8) “Teniendo los obispos vascongados de su habla, cabildo y párrocos de su habla, pastorales, sermones, libros en su habla, se aferraran más y más en ella, tratarán de extenderla por los limites de las tres provincias, ganado terreno perdido y haciendo de ella una lengua nacional; y si a esto se agrega la mayor afición que cobrarán a sus costumbres, tradiciones y fueros, que en cierto forma se autorizan y sancionan, se habrá contribuido a formar en España, una nacionalidad distinta, y una base de separación política para los que más adelante quisieran invocar el principio de las nacionalidades”.

9) “Por las razones políticas indicadas que aconsejan más bien que la unión, el fraccionamiento de las tres provincias, conservando a San Sebastián y Tolosa en la diócesis de Pamplona; en la de Santander y Burgos los territorios de Vizcaya y Alava”.

J.L. Bilbao