Después de las dos guerras carlistas, 1839 y 1871, estando nuestro pueblo vencido, empobrecido y desorientado, Sabino Arana lo llamó nuevamente a la vida proclamando que Euskadi es la patria de los vascos.
El 27 de marzo 1932, domingo de resurrección, se celebra en Bilbao el primer Aberri Eguna, literalmente Día de la Patria.
La elección del domingo de resurrección obedeció no tanto al carácter por entonces confesional del Partido Nacionalista Vasco que fue quien lanzara aquella primera convocatoria, sino a la necesidad de rescatar de la agonía a un Pueblo Vasco exámine, postrado por la pobreza de una economía de subsistencia y aplastado en su vida política y en su conciencia nacional por los siete años de gestión del dictador Primo de Rivera ( 1923/1930 ).
En esas circunstancias, el llamado a la Resurrección era más, mucho más que una metáfora y resonó en todos los picos de Euskalherria, se esparció por los valles umbríos y, replicado por el cantábrico, cubrió la tierra de los vascos, haciendo posible que en muy pocos años fuéramos capaces de lograr un estatuto de autonomía, formar gobierno propio y plantar cara a la barbarie franquista.
Con el gobierno vasco en el exilio, el aberri eguna llegó a ser de todos los vascos. Hoy lo es sólo de los abertzales que divididos por muchas siglas lo celebramos con ilusión en Euskalherria, en Argentina y en todo el mundo.
El Socialismo, que lo celebraba como propio bajo la dictadura, hoy lo niega y no sólo eso, sino que ha pretendido inventar como día de los vascos el día del estatuto, nada menos que el 25 de octubre, día en el cual en 1839 se suprimen los fueros y libertades de nuestro pueblo al confirmárselos por ley extranjera “ sin perjuicio de la unidad constitucional de la monarquía “, también extranjera, que desde entonces pretende tutelarnos.
Hoy lo celebramos conscientes de lo logrado y de lo que falta. Sabiendo que somos un pueblo, que somos una nación y que tenemos derecho a decidir. Y decidiremos.
XABIER OLAIZOLA EAJ-PNV-ARGENTINA