El PSOE y Udalbide
Miembro del Consejo de Udalbiltza-Udalbide, por Mª Eugenia Arrizabalaga Olaizola -
EL PSOE de Gipuzkoa ha expresado recientemente en las Juntas Generales "su estupor" por el hecho de que la Diputación de Gipuzkoa haya "subvencionado proyectos en Navarra e Iparralde". Ése es el titular de una nota de prensa remitida a los medios de comunicación y publicada en la página web del Partido Socialista el pasado 29 de abril. Una nota en la que, además de dar cuenta del "estupor" socialista, solicitan la dimisión de la diputada foral de Cultura.
No se puede decir que la actitud del Partido Socialista hacia Udalbiltza sea nueva ya que esa animadversión ha sido evidente desde el mismo momento en que se creó la institución municipal de electos de los siete territorios de Euskal Herria. La expresión de esa escasa simpatía del PSOE hacia Udalbiltza-Udalbide se ha trasladado, durante sus once años de vida a muchos plenos municipales, a las Juntas Generales de distintos territorios y al propio Parlamento Vasco.
El "estupor" socialista se fundamenta en una razón tan consistente como la supuesta improcedencia de gastar el dinero de los guipuzcoanos en proyectos que quedan fuera de las fronteras de este territorio. Para el PSOE resulta rayano en el escándalo proceder de esa manera.
Una vez más, como ocurre demasiadas veces en nuestra política, se coge el rábano por las hojas y se aducen razones que no son las verdaderas. Si esa afirmación socialista fuera cierta pondría en un brete a todas las instituciones vascas que colaboran todos los años en tantos y tantos proyectos de cooperación internacional. Sin embargo, a nadie se le ocurre poner en duda la validez de esas ayudas, tampoco en los tiempos de crisis que vivimos. Y no creemos que sea eso lo que el Partido Socialista pretende porque, entre otras cosas, pondría en un serio compromiso al propio Gobierno de López que, aunque a desgana, sigue dando ayudas, por lo menos por ahora, a las ikastolas de Iparralde, por poner un ejemplo, o a las euskal-etxeak de la diáspora.
El problema para los socialistas no son los límites administrativos de la aplicación de las ayudas que otorga Udalbiltza. El problema es, ahora, el mismo que hace once años: el objetivo que persiguen esas ayudas. Un objetivo sencillo de exponer y que no es otro que ayudar a ikastolas, medios de comunicación, asociaciones, actividades y programas que pretenden dar aire al euskara, a la cultura y a la identidad vasca en aquellos lugares en los que las instituciones propias niegan la necesidad de hacerlo, cosa esta última que, si se mira bien, sí nos parece motivo suficiente para el "estupor".
¿Por qué muchas instituciones vascas aprueban partidas de ayudas a Udalbiltza y por qué Udalbiltza se encarga de reconducirlas hacia determinados proyectos con necesidades de financiación? Porque creemos que Euskal Herria existe y está conformada por los siete territorios vascos, a un lado y al otro de los Pirineos; porque el euskera es nuestra idioma originario y a nadie se le escapa que necesita de políticas de promoción; porque creemos que el pueblo vasco está asistido, como todos los demás pueblos del mundo, del derecho intrínseco a existir y a decidir su futuro en paz, libre y democráticamente. Esa es la base ideológica de Udalbiltza.
No nos sorprende que el PSOE del "oasis de la normalización política vasca" se oponga a la labor de Udalbiltza. Lo de menos son los aspectos formales o los supuestos perjuicios (imperceptibles) que se infligen al contribuyente guipuzcoano; en realidad, lo que el PSOE no comparte es el objetivo final: la construcción nacional, democrática, libre y pacífica de Euskal Herria.
Esa es la línea que diferencia a las fuerzas políticas "consitucionalistas" de las abertzales; no el impulso democrático, no la supuesta normalidad, no el pretendido mayor respeto por el dolor de las personas, no la defensa de la libertad. Todos estos conceptos y algunos más no son más que lemas que conforman el book de promoción de opciones políticas que se mueven en una horquilla que va desde la intolerancia hasta una actitud de cierta displicencia impaciente hacia todo lo que huela a identidad nacional vasca. Eso es, precisamente, lo que se esconde detrás del esfuerzo por poner en boga el concepto "ciudadanía": pretender crear la impresión, evidente y eminentemente falsa por demás, de que la construcción de Euskal Herria como nación es un concepto contrapuesto al del ejercicio de los derechos (y obligaciones) inherentes a la ciudadanía. Y esa es la línea que empuja al PSOE a pedir la dimisión de la diputada de Cultura.
Y esa misma diferencia es la que hace que todos aquellos ciudadanos/as que somos abertzales estemos dispuestos a cooperar con otras personas que llevan adelante proyectos destinados a impulsar todo aquello que compone nuestra manera particular de estar y de interpretar el mundo. Este mundo que compartimos dentro de un marco de libertad democrática con personas que no se sienten identificadas con aquello que a nosotros nos identifica. Si a la normalización constitucionalista no le gusta que se subvencionen proyectos en otros territorios vascos por algo será; puede que no andemos por mal camino los que defendemos y creemos en la identidad nacional vasca.